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jueves, 12 de noviembre de 2009

CALUMNIA - LA HISTORIA DE ELISA LYNCH Y LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA / Por MICHAEL LILLIS y RONAN FANNONG

CALUMNIA
LA HISTORIA DE ELISA LYNCH
Y LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA
Por MICHAEL LILLIS y RONAN FANNONG
SANTILLANA S.A.
www.santillana.com.py
Cubierta: TUYUTÍ (1912, óleo)
Artista:
PABLO ALBORNO
Museo Histórico del Ministerio de Defensa Nacional
Asunción-Paraguay
Diseño de tapa: Mariana Barreto Curtina
Asunción-Paraguay 2009 (300 páginas)

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PRÓLOGO
1. TRAS LAS HUELLAS DE ELISA LYNCH
2. EL SEÑOR Y LA SEÑORA QUATREFAGES
3. ¿FUE ELISA UNA CORTESANA?
4. PANCHITO ENTRA EN ESCENA
5. PARAGUAY- EL PARAÍSO DE MAHOMA
6. LA REINA DEL PARAGUAY
7. TRIUNFO
8. DESASTRE
9. INFIERNO
10. CERRO CORÁ
11. EN LAS CORTES DE EDIMBURGO
12. LA ÚLTIMA TRAICIÓN: EL REGRESO A ASUNCIÓN
13. UN CORAZÓN QUE SE VOLVIÓ FRÍO
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDEX
EXPOSICIÓN Y PROTESTA
AGRADECIMIENTOS
RECONCILIACIÓN
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PRÓLOGO
** No existe un lugar más desolado que Cerro Corá, un sombrío anfiteatro de montaña, próximo a la actual frontera del Paraguay con el Brasil. El 1º de marzo de 1870, Elisa Lynch estaba allí. Su compañero y padre de sus siete hijos, Francisco Solano López -para el mundo, el dictador del Paraguay; para Elisa, su Panchito- había sido muerto a lanzazos y a tiros por la soldadesca brasileña. Su amado hijo mayor, de 15 años y también llamado Panchito, se negó a rendirse y, desoyendo los gritos de protesta de Elisa, intentó defenderla. Murió en brazos de su madre.
** Elisa enterró a ambos con las manos desnudas. Según le contó a su nuera años después, en ese momento vestía sus últimas prendas, un traje de fiesta gastado y rasgado, y unos rotos zapatos de baile.
** Los soldados danzaban alrededor de aquel escenario de muerte. Se burlaban de Elisa con impúdico escarnio y bramaban su triunfante alegría. Era comprensible: habían logrado la victoria en la última batalla de la Guerra de la Triple Alianza, uno de los más horrendos conflictos bélicos de la historia, y al fin podrían regresar a casa.
** Allí estábamos, 130 años después, el 8 de julio de 2001. Cerro Corá se veía más desolado que nunca. Miguel Candia, nuestro amigo y copiloto del Cessna Caravan, un avión un tanto antiguo, que nos había transportado desde Asunción, me había advertido seriamente de que Elisa solo había causado infortunios a todos aquellos que se habían atrevido a perturbar sus huesos. Me insistió en que conservara y meditara profundamente sobre una gran fotografía en blanco y negro de Cerro Corá que había tomado un día soleado, aÑos atrás: parecía el telón de fondo de la escena de las brujas en Macbeth, densa, grotesca y amenazante. De vez en cuando, observaba la imagen. "Apártate de esa mujer", me aconsejó Miguel. Sin embargo, a pesar de sus advertencias, él también había sido arrastrado a Cerro Corá.
** La noche anterior habíamos disfrutado de una fiesta que ofrecimos en el hotel donde nos alojábamos para agradecer a los numerosos amigos paraguayos que habían colaborado con nosotros en la búsqueda de Elisa Lynch: entre los invitados se hallaban el intendente municipal de Asunción, Martín Burt, y su distinguido hermano, el abogado Esteban Burt, ambos conocedores y amantes de la historia además de descendientes de los protagonistas de la guerra, historiadores, archivistas, periodistas y curiosos. El tema de conversación era Elisa: como siempre ocurre en el Paraguay, las opiniones se hallaban apasionadamente divididas.
** También estaban Thomas Whigham, el más importante historiador estadounidense de la Guerra de la Triple Alianza, y Marta, su encantadora esposa paraguaya y experta quiromante Me sentí muy complacido cuando comenzó a observar los sensuales dibujos de las líneas de la vida en mis manos. "Continúe", le urgí. De pronto se detuvo, se levantó y se alejó. La excitación que me habían provocado nuestros descubrimientos sobre los orígenes de Elisa y las expectativas sobre la visita que haríamos a Cerro Corá la mañana siguiente, apenas me permitieron notar la reacción de Marta. Además, debo admitirlo, ya había disfrutado de una cantidad poco prudente de caña, el espirituoso ron del país, hecho de caña de azúcar.
** La idea de este proyecto había surgido en mi mente diez años atrás. Había estado en Asunción para alquilarle un DC-10-30 a LAPSA, la aerolínea nacional paraguaya, con la asistencia de nuestro experto asesor legal en el Paraguay, Esteban Burt. Trabajaba para el que entonces era el mayor grupo de alquiler de aeronaves del mundo -GPA, de Tony Ryan-con base en Shannon, en el oeste de Irlanda. Cuando concluyeron las negociaciones por el contrato, mi colega y amigo Christy White y yo fuimos invitados a conocer al entonces presidente del Paraguay, el general Andrés Rodríguez. Luego de las cortesías usuales, Rodríguez nos preguntó: "¿Qué se dice en Irlanda sobre nuestra heroína nacional?" Aunque no tenía idea sobre lo que me estaba hablando, apelé a los veinte años de servicio en el cuerpo diplomático de mi país y salí del paso lo mejor que pude: "Es un tema de profundo interés, Excelencia", respondí. Tan pronto como salimos del Palacio, le pregunté a Esteban: "¿Quién es la heroína nacional de este país?" "De acuerdo con la opinión de ciertas personas, es Elisa Lynch, la compañera irlandesa de Solano López. Creía que lo sabían". Pues no, no lo sabíamos. Nunca habíamos oído hablar de Elisa Lynch. Christy y yo tuvimos que salir corriendo al aeropuerto y nos despedimos rápidamente de Esteban: no fue posible encontrar más información sobre Elisa y, en aquella época, no se vendían libros en el Aeropuerto Internacional de Asunción.
** Ese fin de semana regresé a Irlanda y, como habitualmente lo hacía, visité el United Arts Club de la calle Fitzwilliam, en Dublín. Los sábados cerca de la medianoche solía refugiarme allí, junto con varios grupos de soi-disant escritores y artistas, huyendo de los toques de queda que entonces existían en los pubs de nuestra ciudad. Esta vez, más que mis usuales ansias de juerga, me impulsaba una genuina curiosidad intelectual. Una de las esquinas del bar generalmente estaba ocupada por siete hombres de entre 60 y 70 años que, según constaba, gozaban de una legítima autoridad académica y literaria. Decidí contarles mi historia. "¿Alguno de ustedes ha oído hablar de esta mujer?" Ninguno lo había hecho.
** Tres días más tarde recibí en mi oficina de Shannon un sobre que contenía una tarjeta del fallecido Tomás de Bháldraithe, el muy erudito profesor de irlandés moderno en el University College de bublín y editor del principal diccionario inglés-irlandés. De Bháldraithe era uno de los siete sabios del United Arts. En el sobre también había un delgado libro, THE WORLD'S WICKEDEST WOMEN [LAS MUJERES MÁS MALVADAS DEL MUNDO], escrito por Margaret Nicholas y publicado en Londres en 1984. Allí estaba ella, en la horrenda compañía de Lucrecia Borgia, Ulrike Meinhoff, Catalina la Grande, la irlandesa Lola Montez y otras cinco demoníacas mujeres. Elisa Lynch había sido una prostituta, escribía Nicholas, y una insaciable ladrona, torturadora y asesina, causante de una guerra que había provocado la eliminación de la población masculina del Paraguay. ¡Una verdadera heroína nacional!
** A comienzos de los años noventa regresé a Asunción en diversas ocasiones para ocuparme de mis negocios y satisfacer mi creciente curiosidad sobre Elisa. Pero también porque, a través de su figura, había caído bajo el hechizo de la historia trágica del Paraguay. Es probable que esto obedeciera a la reacción instintiva de un irlandés frente a las adversidades de un país pequeño, intimidado durante siglos por sus vecinos más grandes y poderosos, y casi aniquilado en una lucha de vida o muerte por su independencia. La misma que había experimentado Martin McMahon, un general irlandés condecorado con la Medalla del Congreso por su actuación en la Guerra Civil Americana y ministro de Estados Unidos ante el Paraguay durante los meses anteriores a la batalla de Cerro Corá. Poco a poco fui advirtiendo que la historia de Elisa era mucho más compleja que la simple lista de vilezas sugerida por Margaret Nicholas. Decidí entonces que intentaría comprender esa complejidad y, de ser posible, contaría la historia, con todos los méritos y las imperfecciones de su protagonista.
** Fue así que el 27 de junio de 2001, un equipo de historiadores y archivistas, especialistas en fuentes irlandesas, británicas, francesas, brasileñas, argentinas, estadounidenses y, sobre todo, paraguayas, se reunió en Asunción para un seminario de trabajo de diez días, para ver si sería posible llegar a la verdad sobre la vida y la época de Elisa Lynch. Muchos de nosotros nos veníamos preparando desde hacía meses y ya habíamos comenzado a hacer algunos descubrimientos preliminares sorprendentes sobre Elisa.
** Ronan Fanning, coautor de este libro, es profesor emérito de Historia Moderna en la University College de Dublín, autor de varios trabajos fundamentales sobre las relaciones entre Gran Bretaña e Irlanda (tan intrincadas y desafortunadas como las relaciones entre el Para-guay y sus vecinos más grandes, Brasil y la Argentina) y amigo personal durante muchos años. Ronan había comenzado por investigar los orígenes irlandeses de Elisa, que hasta el momento habían sido objeto nada más que de conjeturas (muchos biógrafos incluso sostenían que ella era inglesa o escocesa). Durante semanas había rastreado los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores británico y de las cortes de Edimburgo. En su momento, estas últimas brindaron un tesoro de evidencias hasta entonces ignoradas de testimonios por y acerca de Elisa.
** Alberto Duarte, Tito, un brillante e infatigable investigador paraguayo, se sumergió en cada rincón de los archivos nacionales del Paraguay y en toda la literatura paraguaya, publicada e inédita, anterior y posterior a la guerra. Fue una difícil tarea, ya que el ejército brasileño había incautado la mayoría de los archivos existentes en el momento del conflicto. Además, a pesar del poder y la influencia que ejercía sobre Solano López, Elisa nunca fue mencionada en ningún documento oficial paraguayo, una extraña circunstancia que intentaremos explicar a lo largo del libro. Tito demostró su ingenio en la interpretación de los muchos "silencios" que los registros oficiales mantenían sobre Elisa; mediante la confrontación de los mismos con testimonios no oficiales, nos proporcionó indicios de una importancia clave. Se convirtió en un querido amigo de todos nosotros y tuve el privilegio de conocer a su esposa y a sus hijos fuera del marco de nuestra investigación. Quedamos consternados cuando nos enteramos de su fallecimiento en 2005.
** David Kerr es un autor y académico especializado en historia literaria y social francesa del siglo XIX. Sus investigaciones en los archivos militares franceses sobre la carrera de Xavier Quatrefages, el "marido" francés de Elisa, nos proporcionó quizás el más dramático descubrimiento en la historia psicológica de la tumultuosa vida de Elisa.
** Ricardo Maranhão, profesor de Historia Moderna en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), fue nuestra principal fuente y, punto de referencia brasileño. Nos proporcionó fascinantes revelaciones sobre los profundos efectos de la guerra en el entonces Imperio del Brasil, la enorme población de esclavos y la historia militar y cultural de su país. También fueron importantes sus aportes acerca de cómo es percibida Elisa en el Brasil actual así como sus hallazgos en los archivos de numerosas referencias no publicadas sobre Elisa. Ricardo, un reconocido gourmand y experto culinario y fuente de subyugantes anécdotas, contribuyó de manera notable tanto al desarrollo de la investigación como a los momentos de dispersión del grupo.
** Esteban Burt y yo nos hicimos amigos en Asunción, en 1989. Promotor de microempresas para los paraguayos de menores recursos y comprometido ambientalista, sus otras dos pasiones son la historia de Sudamérica y el rugby. Fue capitán del equipo de su país y, en 1994, trajo un equipo de jugadores sub-18 a Limerick, donde, una húmeda mañana de domingo, derrotaron al equipo del poderoso Garryowen -"una victoria épica para nosotros", según dijeron-. Durante muchos años, este abogado internacional graduado en Harvard guió a los autores de este libro en torno y a través de las profundidades de la extremadamente controvertida historia del Paraguay. Sin pretender imponer sus puntos de vista, y reprimiéndose ante nuestras ocasionalmente discutibles interpretaciones (como la paternidad y el nacimiento de Francisco Solano López), Esteban logró rescatarnos de muchos desaciertos.
** El comandante Rolim Amaro fue el fundador de TAM y TAM Mercosur, hoy en día las más importantes empresas de aviación de Brasil y el Paraguay, respectivamente. Rolim adoraba a Elisa Lynch: según su opinión, era glamorosa, valerosa, inteligente y, simplemente, irresistible. Nosotros teníamos algunas reservas respecto de Elisa; Rolim no tenía ninguna. Fue la persona más fantástica que he conocido y mantuvimos una estrecha amistad durante años. Ardiente patriota brasileño, Rolim también amaba al Paraguay -lo que fue y continúa siendo muy inusual- y tenía una excepcional percepción del sentimiento de agravio histórico que los paraguayos aún conservan desde que su país fuera destruido. A pesar de sus abrumadoras preocupaciones de negocios, era un apasionado intelectual e historiador amateur. Su colección de documentos y ediciones originales de los libros sobre la guerra era extraordinaria; aún más notable era que los hubiera leído y pudiera citarlos íntegramente.
** Probablemente Rolim fue la principal fuente de inspiración para mi persistente búsqueda del rastro de Elisa. Una vez que la idea echó raíces, manifestó un entusiasmo ilimitado. Hizo arreglos para que músicos paraguayos amigos suyos grabaran la música que se cree que Elisa introdujo en el Paraguay y que actualmente es parte de su patrimonio folclórico. Deseaba realizar varios documentales para la televisión de Brasil y del Paraguay. Pensaba que esta historia podría convertirse en una exótica y saludable telenovela brasileña; es probable que tuviera razón.
** Rolim fue también el motivo por el que abandoné este proyecto durante algún tiempo.
** El relato que sigue tal vez le dé al lector una idea de su personalidad. Algunas tardes, después de un estimulante almuerzo de negocios, salíamos de parranda corriendo como locos en su camioneta por los alrededores de San Pablo, en general hasta alguna favela, donde parecía ser conocido y querido. Una vez, pasamos una tarde en un antiguo avión de combate norteamericano, de dos asientos, sobrevolando en forma rasante las palaciegas mansiones de sus colegas de negocios. Otra vez, mientras íbamos en su camioneta, repentinamente recordó que tenía un compromiso de crucial importancia: estaba retrasado para la ceremonia de graduación de las aeromozas de su empresa. Nos dirigimos a toda prisa al lugar; cuando llegamos, una orquesta interpretaba atronadoramente el Himno Nacional. Se levantó el telón y aparecieron sesenta espléndidas jóvenes enfundadas en, digámoslo, la clase de vestidos de noche reveladores que solamente las jóvenes bellezas brasileñas pueden o se atreven a vestir. Los familiares presentes, muchos con lágrimas en los ojos, rompieron en aplausos. Bajó el telón. Minutos después volvió a subir al son del último movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven mostrando a las graduadas en sus elegantes uniformes de TAM. Nuevamente, ensordecedores y prolongados aplausos.
** Me hallaba sentado en el estrado entre el vicegobernador del Estado de San Pablo y el arzobispo, cuando Rolim comenzó su discurso. Si bien no era precisamente una belleza, le bastaba llegar a un sitio para que su mágica energía y su encanto hicieran que todas las jóvenes diosas y las demás mujeres- se rindieran a sus pies, para la consternación de todos los otros hombres presentes. Relajado y confuso por la cachada que habíamos bebido, apenas pude oírlo cuando dijo: "Queridos amigos: hemos contado con la presencia de muchos distinguidos amigos en estas maravillosas ceremonias: grandes artistas, cantantes, escritores. Pero hoy tenemos al más distinguido invitado de honor: hoy les presento a mi viejo amigo Michael Lillis, ¡ex presidente de Irlanda! Michael es más que un político, es también un renombrado poeta de amor... " y procedió a entonar estrofas "traducidas" al portugués, que solo entendí a medias, pero que tenían el contenido erótico que solamente los poetas de amor brasileños pueden darles. Rememorar esta ocasión es una fuente constante de vergonzosas pesadillas. Ese era mi amigo Rolim.
** Temprano en la mañana del 8 de julio, nuestro grupo de investigadores se hallaba en el aeropuerto de Asunción, listo para abordar el avión Caravan que Rolim nos había proporcionado para trasladarnos hasta Cerro Corá. Si bien nos había acompañado durante el seminario, se había visto obligado a viajar a San Pablo. Se encontraría luego con nosotros en Cerro Corá, viajando a través del terreno montañoso en una de sus numerosas Harley Davidson desde su estancia ubicada en Ponta Porá, en el lado brasileño de la frontera (¡en tierras que Elisa había reclamado como propias!). Luego, todos iríamos a la estancia para almorzar y seguiríamos a San Pablo. Tom Whigham y su hijo habían sido invitados a reunirse con nosotros. Como no llegaban, y puesto que Rolim era inusualmente puntual, decidimos partir sin nuestro amigo estadounidense. Durante el vuelo supe el motivo de la ausencia de Whigham: luego de advertirle que al examinar mis manos había visto una clara señal de muerte, su esposa logró convencerlo de que permaneciera en terra firma.
** En Cerro Corá no hay pista de aterrizaje. Solo una superficie irregular, abierta en el bosque; la mayor parte de los sectores más bajos pueden ser pantanos. Yo viajaba en la primera fila y podía ver hacia el frente, a través de la cabina abierta, tan claramente como los piloto Apenas las ruedas tocaron el suelo, se levantó una nube de polvo y de ella surgió una bandada de avestruces que corría directamente hacia el avión. Nunca fui supersticioso pero admito que, mientras me preparaba para lo que parecía ser el final, el fatal presagio de Marta se apoderó de mi imaginación. Sin embargo, Miguel Candia y Tomás, su compañero piloto, lograron realizar un sacudido aterrizaje, al tiempo que los avestruces corrían al lado del avión sin dañar la máquina.
** Nos sorprendió que Rolim no hubiera llegado, ya que nosotros estábamos algo demorados. Desde Cerro Corá no había posibilidad de establecer ningún tipo de comunicación telefónica ni por radio. Así que asumimos que posiblemente se había retrasado por asuntos de negocios u otros problemas urgentes, y decidimos comenzar nuestra visita al campo de batalla.
** Las fotografías que tomamos de nuestro grupo a medida que recorríamos los principales puntos históricos de la silenciosa y yerma desolación que era Cerro Corá aquel día-los sitios de la ejecución de López y su hijo, el cementerio que inmortalizó a Elisa como la presencia maternal en el Gólgota paraguayo (esto es, para los defensores de López)-muestran a un grupo que había recuperado su sonriente aplomo. En mi caso, semejante imagen era absolutamente superficial.
** Unas dos horas más tarde decidimos volar hasta la estancia de Rolim, al otro lado de la frontera. Para nuestro alivio, el robusto Caravan despegó sin problemas. Diez minutos más tarde aterrizamos en la pista de la estancia, donde se encontraban estacionados varios jets Cessna. Siempre recordaré que fui el primero en pisar la pista y en ver a Miguel, a quien apenas conocía, viniendo hacia mí con su blanca chaqueta de mayordomo. Estaba llorando. "El comandante está muerto", dijo. "Rolim murió en un accidente de helicóptero en el Paraguay. La policía acaba de informarnos." Ese momento quedó congelado en mi memoria.
** Se trataba de algo enteramente típico de Rolim: en efecto, nuestra suposición de que había sido demorado por negocios era correcta, pero era tal su manía por la puntualidad y por las leyes de la hospitalidad que no pudo tolerar que tuviéramos que esperarlo. En lugar de viajar a Cerro Corá en motocicleta, tomó su flamante helicóptero Robinson 3-44. Si bien estaba siendo entrenado por un coronel de la Fuerza Aérea española, aún no estaba autorizado a pilotear sin la compañía de un instructor. De alguna manera, eso también era típico en él. Unos minutos después del despegue, la máquina se precipitó a tierra dentro de los límites del Paraguay, muy cerca de la ciudad de Pedro Juan Caballero. Rolim murió instantáneamente. Tenía 58 años. Trágicamente, Patricia Santos, una muy amable secretaria que se había ocupado de los arreglos para nuestra visita, también falleció.
** Esa noche acompañé los restos mortales de Rolim al aeropuerto de San Pablo en uno de los Cessna de la familia, piloteado por su hijo Mauricio. Todo el staff de TAM estaba esperando. Al día siguiente, también concurrieron al cementerio, así como políticos y empresarios de la industria de la aviación mundial. Su flota de aviones F100, A320 y A330 sobrevoló el lugar. Lo más asombroso era la multitud de habitantes de los barrios pobres envueltos en sus preciadas banderas brasileñas, que solo hacen flamear en las noches de la Copa del Mundo: ninguno de ellos había subido nunca a un avión y probablemente jamás lo haría. Mostraban una actitud de agresiva apropiación: "¡Rolim NOS pertenece!" Resultó ser que Rolim, desconocido por casi todos, solía pasar varias noches de la semana en las favelas, animando a los jóvenes a emular su propio ejemplo y éxito. Ellos lo amaban. Era un gran hombre.
** Durante semanas permanecí golpeado. Rolim había muerto mientras viajaba para encontrarse con nosotros en Cerro Corá. Qué desperdicio imperdonable de un hombre verdaderamente bueno. El presidente Daniel Martín Mandelli y mis numerosos amigos de TAM me aseguraron que no debía sentirme responsable de lo que había sucedido. Rolim había deseado gozosamente ser parte del proyecto Elisa. Esto era cierto. Pero no podía abandonar la convicción de que, naturalmente sin intenciones pero finalmente de manera insensata y para satisfacer nuestros propios deseos, de algún modo habíamos privado a su familia, a su maravillosa esposa Noemí y a sus hijos María Claudia, Mauricio y Marcos, de un fantástico marido y padre. Y de que Brasil, especialmente la gran masa de clase baja abandonada de ese país, había perdido a alguien absolutamente esencial para su futuro. En esa escala, Elisa parecía insignificante. Debo confesar que, por un tiempo, me volví en su contra y encontré algún sentido, si bien irracional, en las admoniciones de Miguel Candia sobre no entremeterse con sus huesos.
** Transcurrieron meses y años. Cuando mis amigos me preguntaban cómo iba el libro sobre Elisa Lynch, respondía con un quejido. Se habían publicado varios libros sobre ella en inglés, todos, de una forma u otra, hostiles y basados en hechos inexactos. Finalmente, fue mi amigo y coautor Ronan quien señaló que si la muerte de Rolim nos había dejado una responsabilidad, especialmente a mí, puesto que yo me llamaba su viejo amigo, esa era el claro deber de escribir y publicar el libro causante de que, en su afán de ayudarnos a escribirlo, hubiera encontrado la muerte. Tenía razón. Tuve vergüenza de no haber llegado a la misma conclusión por mí mismo.
** Nuestro libro está dedicado a su memoria y a la causa que abrazó y que sustentó vigorosamente con su propia energía: la de reconciliar a los grandes pueblos del Paraguay y Brasil. - MICHAEL LILLIS - Enero de 2008
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MICHAEL LILLIS: Hombre de negocios y ex diplomática irlandés. Fue uno de los principales responsables de la negociación del Acuerdo Anglo-Irlandés, en Irlanda del Norte, en 1985, que concluyó con el Acuerdo de Paz de Viernes Santo, en 1998. Desde hace varios años, se dedica al desarrollo de proyectos de negocios en varios países de América del Sur. Visita frecuentemente el Paraguay, donde escuchó hablar por primera vez de Elisa Lynch, en 1991.
RONAN FANNING: Profesor emérito de Historia Moderna y responsable de adquisiciones del archivo del University College Dublin, la universidad más importante de Irlanda. Es un renombrado historiador, autor de varias obras sobre la relación británico-irlandesa. Es también comentarista de radio y televisión y columnista de un periódico irlandés. Su familiaridad con las colecciones de archivos de Irlanda y Gran Bretaña fue fundamental para descubrir datos reales sobre los orígenes de Elisa y su relacionamiento con el gobierno y las cortes británicas.

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