EL LOPISMO Y ANTI-LOPISMO
Ensayo de ARTURO PEREIRA
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EL LOPISMO Y ANTI-LOPISMO
Uno de los nefastos elementos que incidió negativamente en la formación del hombre paraguayo, fundamentalmente de nivel popular fue, y aún es la ideologización deformante del Lopismo a partir del cual se promovió la militarización de la cultura y la sacralización del militarismo.
¿Cuando y por qué nació esta ideología? Veamos su origen: Como resultado final de la "revolución" liberal de 1904 se instala en el gobierno el General Benigno Ferreira. La primera medida de Don Benigno fue desplazar de puestos gubernamentales o de la administración a muchos de los que fueron promotores e incluso financiaron la "revolución" -algunos Liberales y Radicales- y la marginación de numerosos e impetuosos jóvenes militares, entre los que se encontraba el Coronel Albino Jara, quienes aliados con los colorados, que fueron sacados del gobierno, promueven una furiosa campaña de oposición "nacionalista" contra el gobierno de Benigno Ferreira. Campaña que culminará el 2 de Julio de 1908 con el golpe militar encabezado por Albino Jara que desplazó al Presidente Ferreira.
Esta campaña de oposición al gobierno de Ferreira no estuvo desprovista de justificación y su carácter "nacionalista" no fue gratuito, fue motivado por injustas medidas gubernamentales que afectaban en primer término la dignidad ciudadana.
Benigno Ferreira para mantenerse en el poder había contratado "una docena de oficiales porteños nativos para el ejército y la policía" que actuaban, en cierto modo, como "guardia de corp".
Dice Alfredo Jaegli: "Los oficiales argentinos traídos para el ejército y los comisarios eran arrogantes, sumamente severos, y gozaban de ciertas prerrogativas. Suscitaban el odio y la envidia de la oficialidad nativa y del populacho. La policía de Elías García ... era impopular entre los estudiantes, los obreros, y aún para las mujeres del mercado". Este Don Elías García, argentino que ya fue Jefe de Policía de Egusquiza, pretendió también "civilizar" al pueblo dictando normas impopulares de convivencia, de acuerdo a sus reaccionarias concepciones ideológicas. Para entender esto vuelvo a tomar citas de Jaegli: "...los hombres descalzos y aponchados escupidores de tabaco (naco) que eran viejas costumbres detestables, a Don Elías le sacaba de quicio".
Esta ideología reaccionaria le llevó al Jefe de Policía Don Elías García ha "prohibir a las mujeres del pueblo que fumaran por calles y mercados su grueso cigarro y usarán las no siempre aliñadas sábanas de su lecho como manto con que cubrían durante el día su desnudez". La infracción a estos edictos eran castigados "con decomisos, prisión y hasta castigos corporales para los infractores", medidas que causaban verdaderas indignaciones en el pueblo.
Dice Jaegli: "Los "nacionalistas", "anti-legionarios", obreros, estudiantes y jóvenes militares atizaban al pueblo contra esas medidas del "jefe y comisarios y argentinos".
Estas intervenciones normativas en las costumbres privativas del pueblo; las arrogancias y la represiones de los policías argentinos al servicio del gobierno; la presencia permanente de una cañonera argentina en la bahía de Asunción, como vigilando las acciones del pueblo, y numerosas medidas vejatorias que eran calificadas por los diarios de la época como "argentinización del Paraguay" fueron las que provocaron la indignación del pueblo e hicieron posible la aparición de un sentimiento "nacionalista" como el justo y exacto epíteto de "legionarios" para los Liberales y Cívicos de Benigno Ferreira.
Este "nacionalismo" que necesitaba un apoyo ideológico que se oponga al "legionarismo" no pudo encontrar sino en Solano López el paradigma anti-legionario. De ahí el Lopismo.
Por primera vez el nombre de Solano López "que estaba condenado y fuera de la Ley" se pronunció públicamente con un ¡Viva López! el 22 de Septiembre de 1907, en un acto de homenaje que los marineros argentinos, para congraciarse con los cívicos del gobierno rindieron al General Eduvigis Díaz al pie de su tumba en el cementerio de la Recoleta. Acto que el pueblo transformó en un repudió a la política entreguista del gobierno.
Ese ¡Viva López! que en esa ocasión pronunció en medio de un discurso Ignacio A. Pane fue el motivo para el desencadenamiento de una de las peores represiones llevada a cabo por la policía de argentinos del Gobierno de Ferreira y por el Coronel Duarte, donde fueron víctimas niños, mujeres y ancianos, así como jóvenes, estudiantes y obreros.
El Lopismo que emergió como resultado de una reacción generosa de jóvenes, de obreros, de mujeres y el pueblo, cuyo precursor fue sin duda alguna Ignacio A. Pane, al poco tiempo, ya en manos de otros, se transforma, no en una revisión crítica, veraz y realista de los contradictorios gobiernos de los López, sino en un instrumento de la exacerbada disputa caracterizada por acusaciones y contra-acusaciones de Colorados y Liberales que estimulaban no la razón crítica, sino el fanatismo aberrante.
El Lopismo, ya con O'Leary, se deforma en una ideología con el que sé promueve el endiosamiento irracional y acrítico de Solano López, que sirvió también de manto con que se cubría el endiosamiento de Bernardino Caballero, con el que se ha ocultado por mucho tiempo el verdadero causante de la guerra que era la rapiña Imperialista de la Inglaterra "liberal".
Es bien sabido, como dice un escritor, que: "los viejos generales Escobar, Caballero, Duarte y Delgado, que habían sido oficiales de López nunca le rindieron honores, ni trataron de reivindicarlo" (A.J.). Pero con la ideología del Lopismo -falseamiento de lo que fue realmente López- se promovió la militarización de la cultura y la sacralización del militarismo.
Con el Lopismo en los cuarteles -escuelas de patrioterismo chauvinista- se ha deformado y enajenado la mente de generaciones enteras de jóvenes con la promoción de la ideología de la prepotencia mezclada con la sumisión y la obediencia ciega frente a la exaltación del "Mburuvichá", del Jefe o del Héroe -supuesta encarnación de todas las glorias- ante quienes el pueblo tiene la obligación de obedecer, acatar o aplaudir, sin discriminar si ese "Mburuvichá" o ese Jefe es un ladrón, o represor de obreros o campesinos.
Con la "deificación" de López a partir de la ideología del Lopismo, no sólo se ha deformado el verdadero sacrificio de este en aras de la independencia patria, sino ha generado un concepto también deformado de las relaciones sociales con la pretensión de encuadrar éstas a partir de escalonamientos jerárquicos entre los que mandan y obedecen, desde el General hasta el último Cabo; desde el Presidente de la República hasta el Oficial de Compañía de campo o desde el Ministro hasta el último Jefe de oficina. Esa estructura de relacionamiento se observa en casi toda la vida social.
Este relacionamiento se ha trasladado hasta en la vida civil.
Sedimentos de la ideología del "Lopismo" vienen arrastrándose hasta hoy. Nadie ha encubierto tanto con la bandera del "Lopismo" sus fechorías como los tiranos Higinio Morínigo y Alfredo Stroessner y sus seguidores ni nadie son tan "Lopistas" como los generales que prohibieron la obra teatral "San Fernando".
La militarización de la cultura que tuvo una temprana vigencia en nuestro país con el "Lopismo" y que se implantó últimamente en casi todos los países latinoamericanos con la Doctrina de "la Seguridad Nacional" con la que se ha justificado los más atroces crímenes y entregas de sus soberanías, tiene aún plena vigencia en nuestro país manifestada no sólo con la censura de San Femando sino copla declaración de guerra a los campesinos sin tierra, desalojos violentos y quemas de sus ranchos, asesinatos de obreros, impunidad de generales que cometieron horrendos crímenes contra los derechos humanos y la economía del país y últimamente con el impune y alevoso atentado contra la vida de trabajadores de la prensa frente a "Mburuvicha Róga".
Pautas de la persistencia de la militarización de la cultura y su ideología se observan también en los siguientes hechos: Los monstruosos y exigibles desfiles fascistas de la juventud; La "Casa de la Cultura Paraguaya" está custodiada por centinelas militares armados y en ella se exhiben cañones, tanques de guerra, metrallas y otros instrumentos de muerte, y nada que exalte la vida, y esa casa es dependencia del Ministerio de Defensa; la exigencia de "obediencia y disciplina" acrítica exigida por el Presidente General Rodríguez a los colorados de la ciudad de Concepción con motivo de las elecciones municipales; los jefes militares hablan con frecuencia de Religión, Patria, Familia, Honor, Tradición, etc. envueltas dentro de frases gradilocuentes, como si ellos fueran dueños y señores del pensamiento de la gente; Hablan también con frecuencia de "defensa del territorio nacional" pero no hay ni una sola mención a la invasión de miles de brasileños en la frontera este y la entrega de considerables extensiones de tierra ricas en bosques, que están siendo depredadas impunemente a empresas brasileñas y norteamericanas y la violación de la frontera por los contrabandistas.
A la militarización de la cultura se debe agregar uno de los más perniciosos que es la puesta en práctica de la ideología del "Centaurismo" como único valor aceptado, en cuanto al trato entre los hombres en los cuarteles. Trato basado en la bestialidad absoluta que significa el rechazo a todo contenido humano de relacionamiento, en este sentido cabe acotar como ejemplo el siguiente: el "antiguo" tiene el arbitrario derecho de someter a los "reclutas" a todo tipo de vejámenes por el simple hecho de exponer su antigüedad. Este mismo recluta que fue vejado adopta la misma actitud cuando logra la calidad de "antiguo". Otra forma de relacionamiento está considerada como "señoritismo", como lo había manifestado públicamente el Comandante en Jefe del Ejército. Este "Centaurismo" -comportamiento animalizado- que fue impuesto tempranamente al Partido Colorado y que tuvo su mayor manifestación expresiva con los "guiones rojos" en el año 1947 y que es una constante no negada en el comportamiento de los militares para con los civiles. La educación de los jóvenes soldados está basada en las desvaloraciones y desprecios al "particú" y esto tiene su reflejo hasta en las relaciones familiares expresadas en el machismo autoritario del joven "de baja" (reserva) basta con la propia madre. A estos podemos agregarla sincera declaración del General Machuca Vargas en "Vapor Cué" (Caraguatay) cuando había declarado abiertamente "que a los opositores hay que tenerlos apatadas" y otras manifestaciones que no son sino amenazantes berridos de la bestia que es el Centauro.
Es imposible dejar de anotar estos elementos, porque el patrioterismo acrítico y el Chauvinismo no son ideologías coyunturales; han venido produciéndose y reproduciéndose en el curso de la historia, fundamentalmente después de Cerro Corá, iniciada con Caballero, con Albino Jara, con Adolfo Chirife, y luego con la Logia Militar fascista Frente de Guerra, con Higinio Morínigo, Stroessner y sus ideólogos, y tiene un agudo reflejo en la "cultura" del hombre paraguayo que han entorpecido por largo tiempo las propuestas de cambio social.
¿QUÉ ES Y DEBE SER UN MILITAR?
Un militar es y debe ser un ciudadano común como cualquier otro ciudadano trabajador, obrero y empleado, que tiene una función especial, vigilar o cuidar la frontera nacional, por lo que percibe un sueldo que el estado le paga gracias a las contribuciones (impuestos) exigidas al pueblo, cuya conducta debe encuadrarse en los principios determinados por la Ley nacional que es la constitución que dice muy claramente "todos los ciudadanos son iguales ante Ley". Si tienen un vestido, un uniforme, ese uniforme no es sino la particularización de su tarea y nada más, nada hay que los sacralice y no existe ninguna motivación para que un militar asuma el privilegio de ser un "iluminado rector" ni gozar de privilegios e impunidades por encima de las leyes y del común de los ciudadanos.
Para finalizar este capítulo dejo un interrogante a los señores empresarios e industriales que permanentemente exigen de los trabajadores "mayor calificación" y "mayor productividad": ¿Cómo resuelven estos problemas con los militares? ¿Provocando más guerras? ¿Quién mata mayor cantidad de gentes?.
DEFORMACIONES HISTÓRICAS
Dentro de la ideología del "Lopismo" también algunos escritores e historiadores han deformado el verdadero contenido o verdadero sentido de la guerra del 70 atribuyendo a las heroicas resistencias y al sacrificio de vidas, al "valor de la raza" (O'Leary), al "espíritu de la raza" (Rolón Medina) o ala "superioridad de la raza" (Manuel Domínguez), como si la guerra haya sido provocada por cuestiones culturales o raciales y no que esas innegables heroicas resistencias se debían a la conciencia de estar defendiendo intransigentemente las conquistas que el Paraguay ha comenzado a alcanzar como país independiente, que el pueblo lo sentía muy de cerca y cuando también se entendía que la alternativa no era sino libre o esclavo. El pueblo y su jefe prefirieron morir.
Las mismas características de deformaciones se han producido con las formidables hazañas no encuadradas dentro de la que se puede llamarse "guerra formal" (hay guerra informal?) como por ejemplo la trinchera de Curupayty, basada en una antigua tradición defensiva indígena; el abordaje de naves enemigas navegando sobre Camalotes; el enfrentamiento y la derrota provocada a una poderosa flota naval brasileña con minúsculos lanchones dirigidos por el teniente Fariña; la metamorfosis de los niños de Acosta Ñu con el maestro Fermín al frente; las extraordinarias intervenciones del Capitán Bado y su actitud heroica y muchas otras que solamente fueron posibles gracias a la conciencia de que se estaba enfrentando una Guerra Patria. Estas hazañas sin duda alguna estaban encuadradas dentro de lo que podemos llamar Guerra Popular.
Hago estas enumeraciones para poner en claro que las deformaciones históricas concluyen, casi todas, en negar la intervención de los pueblos (las masas) como factores decisivos en los procesos de cambios históricos o sociales.
Fuente:
JUICIO A LA HISTORIA
DISCURSOS Y OPINIONES SOBRE CULTURA NACIONAL
VIOLENCIAS – DESPOJOS – REPRESIONES
Ensayos de ARTURO PEREIRA
© JOEL FILÁRTIGA y ARTURO PEREIRA
Editora LITOCOLOR,
Asunción – Paraguay
1992 (142 páginas).
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