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lunes, 9 de mayo de 2011

CÉSAR CRISTALDO DOMÍNGUEZ - FRANCISCO SOLANO LÓPEZ (FAMILIA, MEDIADOR, FUENTES CONSULTADAS) / Editorial EL LECTOR, 2011.



FRANCISCO SOLANO LÓPEZ.
Por
COLECCION PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA Nº 3
© Editorial EL LECTOR
Director General: PABLO LEÓN BURIÁN
Coordinador Editorial: BERNARDO NERI FARINA
Director de la Colección: HERIB CABALLERO CAMPOS
Diseño de Tapa: DENIS CONDORETTY
Corrección: RODOLFO INSAURRALDE
Hecho el depósito que marcha la Ley 1328/98
ISBN: 978-99953-1-129-2
El Lector I: 25 de Mayo y Antequera.
Tel. 491 966 - 493 908
El Lector II: San Martín c/ Austria.
Tel. 610 639 - 614 258/9
Esta edición consta de 15.000 ejemplares
Asunción – Paraguay
2011 (142 páginas)

CONTENIDO
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
  1. LA FAMILIA LÓPEZ INSFRÁN-CARRILLO VIANA. SU ORIGEN.
  2. SU NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y JUVENTUD
  3. EL HIJO
  4. EL HERMANO
  5. EL HOMBRE
  6. PADRE DE FAMILIA
  7. EL MILITAR
  8. EL DIPLOMÁTICO
EL MEDIADOR
9.- EL PRESIDENTE // 10. EL MARISCAL // 11. LA PERSONALIDAD DEL MARISCAL LÓPEZ CARRILLO // 12. PENSAMIENTO POLÍTICO.

LOS PROYECTOS MONÁRQUICOS ATRIBUIDOS AL MARISCAL LÓPEZ
13. LAS INTRIGAS // 14. LAS INTRIGAS FAMILIARES

LAS INTRIGAS POLÍTICAS 
15. LA IGNOMINIA // 16. LA REIVINDICACIÓN

CONCLUSIÓN // FUENTES CONSULTADAS // EL AUTOR



PRÓLOGO
Este tercer volumen de la colección Protagonistas de la Historia, se ocupa de la biografía del mariscal Francisco Solano López. Solano López posiblemente ha sido el paraguayo más vituperado y a la vez más engrandecido, y como ejemplo está el debate originado recientemente en la República Argentina por la denominación de una unidad militar con su nombre. Fueron expresadas denostaciones y ovaciones de su figura, sus ideales y sus posiciones políticas y diplomáticas.
Su figura se yergue hasta hoy en día indiscutiblemente como una de las más polémicas junto a la del Doctor Francia. Ante esa realidad el Profesor César Cristaldo nos presenta una biografía de Solano López que pretende estudiar otras facetas de la vida de este hombre público. Es así que la obra se inicia con capítulos muy provocadores y humanizadores como el Hijo, el Hermano, el Hombre, el Padre de familia, en sencillas palabras el autor de este libro nos invita a conocer a un ser humano de carne y hueso con sentimientos, vicios, virtudes y cotidianidades.
Durante muchos años en la historia, fue considerado como no apropiado hasta casi como un desatino hablar de los aspectos privados y humanos de los héroes, mas hoy en día ese acercamiento al ser humano nos permite valorar en su justa dimensión la tarea realizada, la causa defendida y los sacrificios realizados por ella para que simples mortales fuera considerados dignos del mérito de la heroicidad.
En este sentido el autor de estas líneas, logra atraparnos en una detallada ya amena biografía de Francisco Solano López, quien queda expuesto con sus amores, su patriotismo, su cariñoso trato con sus hermanos e hijos.
Posteriormente el autor nos transporta de la esfera privada a la esfera pública del personaje, es así como podemos conocer sus roles como mediador, como diplomático como presidente y finalmente como mariscal de los ejércitos del Paraguay.
Finaliza el texto con la referencia obligada a las intrigas familiares y políticas que tuvo que enfrentar Francisco Solano López Carrillo cerca del final de la Guerra contra la Triple Alianza y de su propia vida.
Pero este atrapante libro no concluye en las orillas del Aquidabán Niguí, pues César Cristaldo analiza la campaña de ignominia que fue desplegada por sus adversarios desde agosto de 1869 hasta el presente inclusive, para con posterioridad analizar la campaña contraria de reivindicación y heroificación de Francisco Solano López.
Invitamos a una lectura desapasionada de este libro, que es un verdadero aporte a la historiografía renovada que representa el autor y que permite a los lectores conocer facetas pocas veces publicitadas del mariscal Francisco Solano López, cuestión que debe agradecerse profusamente.
HÉRIB CABALLERO CAMPOS
Asunción, marzo de 2011

I
LA FAMILIA LÓPEZ INSFRÁN-CARRILLO VIANA.
SU ORIGEN
La familia López-Carrillo, estuvo conformada por don Carlos Antonio López Insfrán y doña Juana Paula Carrillo Viana. Los padres de don Carlos Antonio López fueron don Miguel Cirilo López, de profesión sastre y de doña Melchora Insfrán, proveniente de antigua estirpe asuncena. Sus hermanos fueron: el Pbro. Marín López, maestro de artes, quien gozó de merecido prestigio por sus virtudes y talentos; Fray Basilio López, primer Obispo paraguayo; Francisco de Paula López, llamado "El Filósofo", era pensador retraído, entregado al estudio y a la meditación; José Domingo López, también sacerdote. Sus otros hermanos fueron Victoriano, Blasia y Melchora. Los padres de Doña Juana Paula Carrillo Viana, fueron don Pedro Ignacio Carrillo y doña María Magdalena Viana. Los hermanos de doña Juana Paula fueron Manuel Eraclio y Mariano del Carmen Carrillo Viana. Doña María Magdalena Viana de Carrillo después de enviudar de don Pedro Ignacio Carrillo, se casó en segundas nupcias con don Lázaro Rojas Aranda, un acaudalado vecino de la Asunción.
Según Arturo Bray, "el matrimonio López-Carrillo era una unión en legítimo sacramento, formaban parte de la clase media aburguesada, llevando en su hogar existencia desabrida y tranquila". El matrimonio tuvo cinco hijos: Francisco Solano, Inocencia, Venancio, Rafaela y Ángel Benigno. El gran afecto que tenía a su ahijado Francisco Solano, de quien don Lázaro Rojas Aranda decía: "profeso el más fierro y paternal amor por haberlo criado desde su infancia”; por eso lo nombró su heredero universal.
Personas mal intencionadas y algunos escritos de marras, intentaron manchar la figura de Francisco Solano, dando a entender que él en realidad no era hijo de don Carlos Antonio López, sino de don Lázaro Rojas Aranda y doña Juana Paula Carrillo Viana. Es decir, que Francisco Solano, fue producto de una relación incestuosa. Pero estas afirmaciones carecieron de todo valor histórico y solo caen en el mundo de la fantasía perversa de aquellos que se ensañaron con la figura del héroe máximo de nuestro país. Estos rumores se pulverizan con la misma afirmación de don Lázaro Rojas y Aranda, quien en su testamento aclaró suficientemente, que no tuvo descendencia, y tampoco tuvo hijos del matrimonio que contrajo con doña María Magdalena Viana.
Esta versión fue propalada a finales de la década de 1920, cuando uno de los biógrafos más reconocidos del mariscal Francisco López Carrillo cometió un error al señalar que la fecha de nacimiento del Mariscal fue el 24 de julio de 1826; considerando que el matrimonio López-Carrillo se realizó en el mes de junio del mismo año. Es decir, que doña Juana Paula, se casó estando con ocho meses de gravidez y que don Carlos Antonio López, recibió una fuerte compensación económica por parte de don Lázaro Rojas Aranda por el sacrificio de "salvar el honor" de la joven. Solo las mentes retorcidas pudieron crear una monstruosidad como esa, debido a que desde el punto de vista cultural de nuestro país, y más en el Paraguay ultraconservador de principios del siglo XIX, un sacerdote católico jamás aceptaría celebrar el matrimonio donde la contrayente estaba a dos días de dar a luz.
Debido a que el acta de nacimiento del mariscal López, se encuentra extraviada (o desaparecida ex profeso con alguna intención maliciosa), el testamento de don Lázaro Rojas Aranda (El testamento de don Lázaro Rojas Aranda se encuentra en el Archivo Nacional de Asunción (Vol. 371 N° 1 Sección Historia Año 1843), desde el punto de vista documental, se convierte como prueba irrefutable de que el mismo no tuvo hijos con ninguna mujer.
Otra prueba de la paternidad de Don Carlos Antonio López, puede demostrarse a través de uno de los números del periódico CABICHUÍ (del 24 de julio de 1867) donde fue publicada la biografía del Mariscal. Allí claramente aparece su fecha de nacimiento: el 24 de julio de 1827. También una comisión de historiadores nacionales renombrados, presidido por don Juan Bautista Gill Aguinaga, concluyeron, en 1976, después de exhaustivos estudios que la fecha del nacimiento del mariscal López Carrillo fue el 24 de julio de 1827.
También dos forasteros europeos vinieron a reavivar este tema ya acabado, sobre el origen del mariscal López Carrillo. Estos intentaron limpiar la memoria de madame Elisa Alicia Lynch Cork2, enlodando la memoria de su compañero -del amor de su vida-, y acusando temerariamente de pusilánime a don Carlos Antonio López, uno de los hombres más probos que tuvo el Paraguay, una vez más desempolvaron el "origen incestuoso de la bestia Francisco Solano López". Además de descalificar tácitamente el trabajo de los historiadores paraguayos quienes en 1976, determinaron, que el 150° aniversario del natalicio del Mariscal, se cumplía el 24 de julio de 1977.
Solo en un aspecto se puede estar de acuerdo con estos forasteros, en la titulación de la obra "CALUMNIA”; pero los calumniados fueron el mariscal Francisco Solano López Carrillo y su padre, don Carlos Antonio. Los desvaríos historiográficos tal vez fueron debido a la temprana desaparición del colega historiador Alberto Duarte y no contar con la asesoría adecuada.

2 Doña Elisa Alicia Lynch Cork, con sus luces y sus sombras fue una de las heroínas de la Guerra contra la Triple Alianza y tiene ganado un lugar de honor en la historia paraguaya. Aunque siguen escribiéndose obras de marras, llevadas al teatro, donde es presentada como la prostituta, y la codiciosa, que destruyó a las familias paraguayas.

VI.
PADRE DE FAMILIA
Francisco Solano López Carrillo, conoció la emoción y el sentimiento de ser padre, cuando nació su primogénito Emiliano Víctor López Pesoa, nacido de su relación con doña Juana Pesoa Vasconcelos, quien vino al mundo en 1847, y posteriormente los nacimientos de sus hijas Adelina Constanza, en 1850, también de doña Juana Pesoa Vasconcelos, y de Rosita Carreras, en 1851, de su relación con doña Ana Carreras.
Rosita Carreras, fue criada primeramente por su abuela paterna, doña Juana Paula Carrillo de López. Más tarde por decisión de su padre, la niña Rosita pasó al cuidado madame Elisa Alicia Lynch. La niña inclusive acompañó a madame Lynch al término de la guerra, cuando se estableció en París. En algunos textos se menciona que Rosita tenía un hermano que vivía con la madre. Probablemente era un lactante aún y necesitaba del cuidado directo de la madre. El nombre del niño hasta hoy no ha sido descubierto, pero el día en que se revele, será el doceavo hijo del mariscal López Carrillo.
Es decir, al momento de conocer a madame Lynch en Paris en 1854, el entonces General ya era padre de un niño y dos niñas. El cuarto hijo suyo fue Juan Francisco "Panchito", nacido de doña Elisa Alicia Lynch en Buenos Aires en el mes de enero de 1855 y bautizado el 27 de abril de 1857 en la Catedral de Asunción por el Pbro. Pedro Pablo Benítez. El 6 de agoto de 1856, nació Corina Adelaida, su quinta hija. Era la primera niña que nació de su relación con madame Lynch.
El primer sorbo amargo que tuvo Francisco Solano López Carrillo, sucedió el 14 de febrero de 1857, cuando la pequeña Corina Adelaida falleció tempraneramente, causándole el primer golpe a sus sentimientos filiales. Los restos de la pequeña fueron enterrados en el cementerio de la Recoleta.
La relación de Francisco Solano con Elisa Alicia Lynch iba consolidándose a pesar de las intrigas, tanto familiares, como de la aristocracia asuncena. Según los biógrafos de madame Lynch, Michael Lililis y Ronan Fanning: "el 2 de octubre de 1858 nació Enrique Venancio Víctor, siendo el sexto hijo del General López Carrillo, también de su relación con la Madame Elisa Alicia Lynch. El niño fue bautizado el 10 de octubre del mismo año por el Pbro. Pedro Pablo Benítez y los padrinos fueron el Coronel Venancio López Carrillo y doña Purificación Giménez de Bermejo. En 1859 nació José Félix, el séptimo hijo del General López Carrillo, producto de su relación con doña Juana Pesoa Vasconcelos. Meses más tarde, el 25 de enero de 1860, vino al mundo su octavo retoño: Federico Loel, hijo de Madame Elisa Alicia Lynch".
A pesar de que el General López Carrillo no abandonó la costumbre de visitar a sus antiguos amores, llegaron al mundo tres hijos más: "el 23 de marzo de 1861 su noveno hijo: Carlos Honorio y el 13 de febrero de 1863, Leopoldo Antonio, el décimo hijo del General López Carrillo. Ya en plena guerra contra la Triple Alianza, en 1866 nació el último hijo del Mariscal López Carrillo: Miguel Marcial, quien en el mes de mayo de 1868 falleció víctima del cólera", hijos de doña Elisa Alicia Lynch. Según referencias de la época, Miguel Marcial fue enterrado en Paso Pucú y a su entierro sólo asistieron su madre y su padrino el coronel Venancio López Carrillo, debido a que en ese tiempo el Mariscal cayó enfermo, también víctima del cólera. Leopoldo Antonio falleció en París el 21 de julio de 1870.
En vísperas de partir con destino al frente de operaciones, el Mariscal López protocolizó el testamento que suscribió el 4 de junio de 1865 que tenía en el siguiente tenor:
"El infrascrito General en Jefe de los Ejércitos de la República del Paraguay y Presidente de la misma, de estado soltero, declaro por mí y ante mí que reconozco por mis hijos a los jóvenes Emiliano Víctor de quince años, Adelina Constanza de catorce y José Félix de cuatro años, nacidos de doña Juana Pesoa y a Juan Francisco, de diez años, Enrique Mariano de siete años, Francisco Morgan Lloyd, de seis años, Carlos Honorio, de cuatro años y Leopoldo Antonio de tres años, nacidos de doña Elisa Alicia Lynch, los cuales llevan desde luego mi apellido y como tales hijos legitimados los instituyo mis herederos para después de mis días, de conformidad con la jurisdicción de ley del "De Toro". Así lo otorgo para que a su tiempo conste, dando conmigo y firmo en dos ejemplares para mí mismo en la Asunción a los cuatro días del mes de junio del año del Señor de mil ochocientos sesenta y cinco.
Francisco Solano López"
En el presente testamento no fue mencionada la niña Rosita Carreras, una de las hijas del Mariscal López, criada primeramente por la abuela paterna doña Juana Pabla Carrillo de López y más tarde fue a pasar bajo la tutela de doña Elisa Alicia Lynch, a quien acompañó inclusive después de la finalización de la Guerra contra la Triple Alianza a Europa. Es importante señalar que tampoco figuró el nombre de Miguel Marcial López Lynch, debido a que éste último nació recién el 24 de mayo de 1866. No se debe soslayar a la niña Corina Adelaida nacida de Elisa Alicia Lynch y que muriera a muy temprana edad.
Como señalamos anteriormente, la prematura desaparición de Corina Adelaida, fue uno de los golpes más fuerte que sufrió el entonces López Carrillo, después sobrellevó el fallecimiento de su padre y finalmente, en plena guerra recibió otro de los golpes más dolorosos que un padre pueda soportar: las defunciones de Miguel Marcial y Adelina Constanza, a causa de la peste.
Con respecto al fallecimiento de Adelina Constanza López Pesoa, hija del Mariscal y de Juanita Pesoa, según despacho n° 30, el Coronel Venancio López, informaba a López de la triste noticia:
"Con el más doloroso pesar tengo que dar a V.E. la triste noticia del fallecimiento de Adelina, ocurrido el día 3 de un violento ataque de epidemia según noticias que hemos recibido a las 6 de esta mañana, hora en que también Mamá había recibido esta infausta noticia que la dejó muy afectada, según acaba de hacerme avisar, causando a toda la familia un profundo dolor la temprana muerte de esta niña, rindiendo a V.E. mi respetuoso y hondo pésame por esta sensible muerte. Según noticia, este terrible flagelo se desarrolla en aquel partido de Tobatí con rigor. "
Adelina Constanza López Pesoa, tenía 17 años y residía con su hermano José Félix de 7 años juntamente con su madre, en Tobatí. El hermano mayor Emiliano Víctor, se hallaba en Europa.
El mariscal López respondió al Coronel Venancio López, sobre la gran pena que le causaba la muerte tempranera de su hija Adelina, culpándose de la falta de noticias y por sobre todo, lamentándose no haber podido hacer nada por su hija. La respuesta tenía el siguiente tenor:
"He recibido el 33 e inútil es ponderar cuanto pesar me causa la temprana muerte de Adelina, acaecida de una manera tan triste, y siento que haya estado tan huérfana que desarrollándose por tantos días la peste nadie haya habido para mirarla ni para que yo supiera. Ya no necesitarás más de la oficiosidad de nadie. Me alegró el ver que en el servicio no ocurran novedades en los diferentes puntos que mencionas. Ya mandaré más porción de fusiles adicionales. Mil y mil gracias a Mamá por su postrero recuerdo a la memoria de mí malograda Adelina. Aquí estamos buenos y el General Barrios restablecido. A Mamá la bendición con muchos recuerdos”.
La gran batalla exterminadora de Ita Ybaté había comenzado el 21 de diciembre de 1868, donde el mariscal López Carrillo mandó en persona al ejército paraguayo, que se enfrentó al ejército aliado muy superior en hombres, armas y recursos. Teniendo lo peor pensó en sus hijos y lo que sería de ellos, ante su eventual desaparición. El día 23 de diciembre del mismo año, en medio del estridor de las armas, López encomendó la protección de sus hijos al ministro norteamericano general Martín McMahon, a quien dirigió para el efecto una carta, que expresaba lo siguiente:
"Señor general
Martín T. McMahon Muy distinguido señor mío:
Habiendo usted tenido la obligarte bondad de hacerse cargo de mis hijos para tenerlos a su cuidado, vengo a recomendarlos a toda su protección para cuando algo llegase a sucederme, autorizándole a adoptar a favor de ellos cualesquiera medida que considere mejor o más necesaria para asegurar el futuro bienestar de esas pobres criaturas, muy particularmente Leopoldo, cuya muy tierna edad me inspira un cuidado extremo.
Este será un título a mi más vivo reconocimiento, pues la existencia de esos niños es lo único que puede preocupar mi imaginación en los azarosos momentos en que tengo el deber de dedicarme por entero a la suerte de mi patria; y ellos serán felices al lado de un caballero cuyas prendas he podido apreciar en un tiempo, ciertamente no largo, pero para mí feliz.
Es así, señor general, que me permito molestarle en asuntos que no empeñan sino la caballerosidad que yo me congratulo en reconocer en vuestra excelencia, a quien ofrezco mi amistoso reconocimiento.
Soy su muy atento y seguro servidor. Francisco Solano López."
Tanto el testamento como esta carta prueban su firme resolución de morir y su profunda convicción de que su final se acercaba. "Y sin temor a empequeñecer su figura -escribió el maestro Juan E. O'Leary-, hemos de agregar todavía que, en aquel tremendo trance, se sintió dominado por su adolorada paternidad, pensando en la suerte futura de sus hijos, preocupándose de su oscuro porvenir". Por impericia o desidia de sus jefes u otra causal, el ejército aliado no le dio fin al presidente paraguayo, quien pudo salvarse a través del camino del Potrero Mármol, no cubierto por las tropas aliadas.
Una de las piezas que ejemplifican el carácter amoroso y preocupado que tenía el Mariscal López, la famosa carta escrita el 28 de junio de 1869 a su hijo
Emiliano Víctor López Pesoa, quien residía en París. El portador de la carta fue el general Martín McMahon. Del escrito extractamos los aspectos fundamentales.
La carta escrita por el mariscal López Carrillo desde su cuartel general de Azcurra a su primogénito Emiliano Víctor, residente en París, lo resumimos extrayendo de él cúmulo de valores que pretende trasmitir a su hijo. Muchos historiadores y escritores, han publicado obras sobre la figura del mariscal López Carrillo, descalificándolo como ser humano, presentándolo como un ser insensible, frío, megalómano y despiadado.
Sin embargo en la presente carta podernos condensar los siguientes consejos y directivas paternas, que buscaba proteger a su hijo de la mala vida y las malas costumbres de las grandes ciudades cosmopolitas. A continuación mencionamos las ideas que consideramos de gran riqueza:
1°      Que sepa escuchar y ser dócil a los consejos y recomendaciones del general Martin McMahon.
2° La recomendación de que sea diligente y caballeresco, procurando formarse en un hombre de estudio y serio, porque el Mariscal, estaba muy preocupado por el poco adelanto que notaba en su hijo.
3°      También le recomienda que procure cultivar amistades que le ayuden a crecer y evite las compañías ociosas y permisivas. Para ello le sugirió la compañía del joven Luciano de Lara, para que sea su acompañante y amigo.
4°      Ante un hedido de nombramiento de Attache en la legación de París, el Mariscal López Carrillo, le señaló que debía hacer méritos para merecer ese puesto y otros más encumbrados.
5°      Le recomendó fervientemente que continúe sus estudios de Derecho, y que para ello debiera entrar como pasante en un buffet de abogados de Nueva York, donde pueda aprender la vida de oficina y el sentido de la responsabilidad.
6°      El Mariscal López Carrillo hizo hincapié en el aspecto económico, aconsejándolo ahorrar lo más que pueda, a fin de no pasar necesidades, ubicando sus fondos en algún Banco de plaza y llevar en sus bolsillos lo justo y necesario.
7°      Además le sugería conocer otras ciudades o Estados, cuidando siempre que esos viajes resulten provechosos para él.
8°      Le prohibía todo tipo de juego de azar, aun los más inocentes, de los que fácilmente se pasa a otros.
9°      El consejo más importante del Mariscal López Carrillo, fue una especie de testamento familiar, donde le pedía que se encargue del sostenimiento de la familia y la manutención de sus hermanitos, ante una posible ausencia de éste. Sobre el punto el Mariscal, no hace diferencias entre sus hijos que tuviere,  con las señoritas Elisa Alicia Lynch, Juanita Pesoa y Ana Carreras.
10° Le indicó también que debía estudiar música y los idiomas francés e inglés. Sin descuidar el cultivo del español.
11° Le dio además recomendaciones de que se encargue de sus fondos particulares, que obraban en poder de del Sr. A. Blyth y del Sr. Rigoberto Stewart de Edimburgo. Aunque estos fondos probablemente ya no existían debido a la autorización que contaba don Cándido Bareiro, anterior Encargado de Negocios del Paraguay en París y Londres, quien incumpliendo las ordenes del mariscal López Carrillo, en vez de venir al Paraguay por la ruta del Pacífico, vino vía Río de Janeiro, como miembro de la proveeduría del ejército brasileño, probablemente con aquellos fondos embolsillados.
12°    Más que un consejo, sonaba a un ruego, la de asistir todos los domingos a misa, teniendo en primer lugar el santo amor a Dios.
Lamentablemente el joven Emiliano Víctor López Pesoa tuvo una tempranera muerte hacia 1873. Estaba llamado a ser el sucesor de su padre, por dicha razón fue enviado a educarse a Europa.
También escribió el día 30 de junio de 1869 al capitán Gregorio Benítez, encargado de negocios del Paraguay en Europa a quien le confió la protección de su hilo Emiliano Víctor y se dirigió en estos términos:
"Ud. por su parte se servirá recomendarle mucho el cumplimiento de mis encargos, dándole los consejos que con el conocimiento personal y desde allí se sirva continuar atendiéndole aun en los Estados Unidos y le dará una recomendación para nuestro Cónsul General Mr. Mullowney, a quien también podrá prevenir su próximo arribo"
Es importante mencionar que el capitán Gregorio Benítez, fue enviado por el entonces Ministro de Guerra y Marina a Europa como responsable de controlar la conducta de los jóvenes becarios, que estudiaban tanto en París como en Londres. Desde 1868 fue nombrado Encargado de Negocios del Paraguay en Europa.


VII.
EL MILITAR
Muy temprano ingresó al ejército, en 1844, siendo nombrado Capitán. Un año después ya ostentaba el grado de Coronel Mayor, y en diciembre de 1845 ya era General en Jefe del cuerpo expedicionario que partió a la provincia de Corrientes en el conflicto que el Paraguay tomó contra el tirano de Buenos Aires, Juan Manuel Rosas. A su regreso de Europa ha sido nombrado por su padre Ministro de Guerra y Marina y General en Jefe del Ejército Nacional.
A pesar de la dura disciplina vertical encontramos varios ejemplos de cómo el mariscal López Carrillo, siempre supo granjearse el aprecio y el respeto de sus soldados, por ejemplo mencionaremos lo sucedido un 1 de abril de 1866 en el campamento de Paso Pucú. Afirmaba el coronel Aveiro: "López tenía cariño a los valientes".
Era el Domingo de Pascuas, y el mariscal López Carrillo, fiel a las tradiciones religiosas del pueblo paraguayo, dispuso de la realización de una misa campal, en el gran campamento de Paso Pucú, oficiada por el obispo diocesano monseñor Manuel Antonio Palacios y por el padre José del Carmen Moreno. Terminados los oficios religiosos, los concurrentes, se dirigieron a casa del Mariscal López Carrillo, para presentarles sus felicitaciones por Pascuas.
El Mariscal pronunció un discurso ante los presentes. Al terminar su discurso entre aclamaciones y vítores, dijo que deseaba hacer a la División un presente "que era muy pequeño, pero que lo hacía como una muestra  de su estimación y cariño al ejército y como prueba de su satisfacción por sus servicios y abnegación en la defensa de la Patria”. A continuación el Mariscal López Carrillo recorrió acompañado de su Estado Mayor, las filas de la División, formadas para el efecto y distribuyó entre sus soldados donativos en dinero proveniente de sus propias arcas. El obsequio motivó nuevas demostraciones de simpatía y adhesión a la persona del Mariscal.
Muchos historiadores (tanto académicos como empíricos, nacionales o extranjeros) han escrito sobre el supuesto desprecio que tenía el Mariscal hacia sus oficiales y soldados. Por supuesto que la historia siempre ha sido escrita desde la óptica del vencedor, situación que genera comodidad social y política. Sin embargo podemos encontrar situaciones que contradicen lo afirmado sobre la insensibilidad de López Carrillo para con sus comandados.
En el mes de octubre la sociedad asuncena homenajeó al mariscal López Carrillo y también el ejército, a través de los generales Barrios, Resquín, Bruguéz y Díaz, quisieron adherirse al acto de reconocimiento, y solicitaron al Mariscal, la autorización para ello. López Carrillo agradeció a los generales la intención y le respondió en los siguientes términos:
"Señores Brigadieres:
He recibido la representación de VV.SS., me han hecho la honra de dirigir con fecha de ayer, solicitando agregar algunas hojas del Álbum Nacional que acabo de recibir del pueblo, mientras el Ejército tenga la ocasión de ofrecer también por su parte, una demostración especial estimación y agradecimiento. Yo desobligo al ejército de ese inestimable propósito, porque la representación de VV.SS., en su expresión y lenguaje, no puede ser más honorable para mí, mucho más cuando ella viene en nombre de todo ese Ejército cuya abnegación y heroísmo, desde sus Generales hasta el último soldado, estoy presenciando con orgullo en el campo de honor, y es para mí la prueba más evidente de que no fueron estériles mis esfuerzos en su educación.
Me felicito de ser el más antiguo de los generales del ejército cuando en la época de prueba y sacrificio le miro conquistar en cada acción nuevos triunfos de gloria, y confío en que trabajando todos incansablemente levantemos a la faz del mundo el más grandioso y elocuente monumento salvando a nuestra patria querida con el último triunfo sobre sus enemigos. Acepto gustoso, sin embargo, las firmas de mis bravos compañeros de armas, y pongo a la disposición de ellos el Álbum Nacional. Dios guarde a VV.SS muchos años. Cuartel General de Paso Pucú, octubre 18 de 1866.Francisco Solano López"
Una de las posturas gloriosas asumida por el Mariscal, aquel 24 de setiembre de 1868, fue cuando los comandantes aliados le intimaron rendición y respondió gallardamente a los jefes aliados:
"...que no tenían derecho de acusarme ante mi patria, porque la he defendido, la defiendo y la defenderé todavía. Ella me impuso ese deber y yo me glorifico de cumplirlo hasta la última extremidad, que en lo demás, legando a la historia mis hechos, sólo a mi Dios debo cuenta.
Y si sangre ha de correr todavía, él tomara cuenta a aquél sobre quien haya pesado la responsabilidad. Yo hasta ahora estoy dispuesto a tratar la terminación de la guerra sobre bases igualmente honorables para todos los beligerantes."
A parte de rechazar enérgicamente la intimación, invitó a los jefes aliados para tratar sobre la paz, demostrando una vez más que él no era quien presentaba trabas para encontrar una salida decorosa. Pero siempre fue el emperador del Brasil, el más intransigente de todos, que no quería tratar bajo ninguna circunstancia un acuerdo de paz con el mariscal López Carrillo.
Pero uno de los momentos más sublimes que le tocó vivir, fue aquel 16 de octubre de 1869 en el campamento de Tandey, cuando pasó revista, en el séptimo aniversario de su elección como Presidente de la República. En aquella ocasión el Mariscal presentó a la tropa y a todas las personas asistentes al pequeño acto a su sucesor y heredero político, el general Bernardino Caballero Melgarejo, con estas palabras:
"Si yo llegó a morir, aquí tenéis a mi reemplazante. El general Caballero sintetiza en sí toda vuestra lealtad, todo vuestro heroísmo, toda vuestra abnegación. Su ejemplo ha sido estimulo para vosotros. Jamás declinó su entusiasmo, nunca se debilitó su fidelidad a la patria y a su infortunio. A mi lado lo habéis visto siempre, el primero en el peligro, y el último en la retirada. De soldado como vosotros ha ido subiendo, hasta llegar a la más alta dignidad. La República tiene en él al más gallardo de sus generales y yo al mejor de los amigos. Yo os recomiendo, en esta hora amarga de mi vida, que le améis siempre, como yo les amo, y que le sigáis confiados como me seguís".
Por las distintas correspondencias del Mariscal, a parte de la estima que tenía al general Caballero, también tenía un gran aprecio al capitán Gregorio Benítez, a quien siempre se dirigía con el término "mi estimado amigo". Según Arthur Davis, el general Martín McMahon definió al Mariscal López Carrillo de la siguiente manera: "Como militar, la disciplina y orden del campamento impresionaron vivamente a McMahon. Entregado a su febril actividad en preparación de un inminente ataque enemigo, un pueblo casi increíble, fanatizado de amor por su tierra apretaba filas junto a su jefe dispuesto a morir antes que ceder un centímetro del suelo bendito que ya habían regado con su sangre miles de hermanos ".
El general McMahon constituye una fuente autorizada sobre los hechos de la guerra y sobre algunos aspectos del mariscal López Carrillo, y más allá si se quiere juzgar cierto parcialismo, del que lo acusan los anti-lopistas, él estuvo en el lugar, vio y fue un espectador de primera fila, durante los sucesos de Ita Ybaté en diciembre de 1868.

VIII.
EL DIPLOMÁTICO
Uno de los primeros actos de gobierno de don Carlos Antonio López establecer relaciones con todos los gobiernos civilizados del mundo. Como resultado de sus gestiones diplomáticas pronto el Paraguay salió del aislamiento en que había vivido, entrando de lleno en la convivencia internacional, siendo reconocida su independencia por varios países americanos y europeos.
Para responder a estas atenciones y establecer relaciones diplomáticas con varias potencias del viejo continente, fue enviado a Europa, como Ministro Plenipotenciario, el general Francisco Solano López Carrillo: "El domingo 12 de junio de 1853 partió de la Asunción a bordo del buque de guerra "Independencia del Paraguay", llevando como secretarios a don Juan Andrés Gelly y a don Angel Benigno López Carrillo. Lo acompañaron también entonces el Coronel Vicente Barrios, el Capitán José María Aguiar y sus edecanes Teniente Rómulo José Yegros y el Alférez Paulino Além".
El 5 de diciembre de 1853 fue recibido el ministro paraguayo Francisco Solano López Carrillo por la soberana de la Gran Bretaña, la Reina Victoria en su palacio de la Isla de Wight. Después de una corta estada en Londres, y antes de visitar, como deseaba, las grandes ciudades manufactureras del Reino, pasó a Francia, donde fue recibido en audiencia pública por el Emperador Napoleón III, quien desde un principio, le brindó sus simpatías, así como la hermosa Emperatriz.
Luego pasó a España, buscando negociar un tratado de paz con la madre patria, pero se encontró con escollos insalvables que presentaba la cancillería española, planteando pretensiones inadmisibles para los derechos soberanos del Paraguay, como por ejemplo: que los hijos      de españoles nacidos en el Paraguay podrían tomar la nacionalidad española, cosa que el Ministro paraguayo rechazó. Más tarde visitó Cerdeña, donde consiguió sin dificultad el canje y la ratificación de los tratados firmados en Asunción. Además recibió las siguientes condecoraciones:
a) Las insignias de Comendador de la Legión de Honor del Imperio francés.
b) Las insignias de Comendador de San Mauricio y San Lázaro por el Rey de Cerdeña.
En 1853, el encargado de negocios brasileño, Felipe Pereira Leal, presentó un tratado de navegación y conjuntamente otro de límites con el ultimátum de que el Paraguay reconozca como límite la margen derecha del río Apa. Aparte de esta pretensión exorbitante, Pereira Leal obstaculizó con intrigas la labor de Sir Charles Hotham, que estaba negociando un tratado de comercio anglo-paraguayo. La extraña conducta observada con el gobierno paraguayo, obligó a éste a entregarle sus pasaportes, dando las explicaciones del caso a la cancillería brasileña.
En 1855, el presidente Carlos A. López ordenó la expulsión de los brasileños que, clandestinamente, se habían apoderado de Salinas, lugar situado al norte de Fuerte Olimpo, sobre la margen derecha del río Paraguay.
El Imperio del Brasil resolvió reiniciar las negociaciones, pero lo hizo de un modo teatral y ruidoso. El gobierno imperial desatendió las explicaciones sobre el asunto Pereira Leal, y tomando por pretexto los sucesos que motivaron el retiro de su representante, preparó y despachó en 1855, en son bélico, una escuadra contra el Paraguay. "La escuadra imperial, estaba formada de 20 cañoneras de guerra, con 130 piezas de artillería, de calibre de 68 y 32. Su tripulación se componía de 2.061 plazas y 3.000 hombres de desembarque, al mando del Almirante Pedro Ferreira D’Oliveira, a pedir satisfacción por el 'insulto” inferido al Emperador, de haber dado su pasaporte a su Encargado de Negocios”. Don Carlos Antonio López ordenó a Francisco Solano, apreste al ejército para oponer resistencia ante una posible invasión brasileña. El general López Carrillo organizó la defensa, al frente de 6.000 hombres de las tres armas que se dispusieron a resistir cualquier ataque en la fortaleza de Humaitá.
La poderosa flota imperial se encontró en la guardia de Cerrito con la escuadra paraguaya, cuyo comandante el capitán Pedro Ignacio Meza, le notificó al almirante Ferreira D’Oliveira, que no podía seguir sin autorización del gobierno paraguayo. Después de algunos intercambios de notas entre el almirante imperial y el canciller paraguayo don José Falcón, quien se manejó con energía dentro de la mayor mesura. "Una vez aceptada por el Almirante imperial las condiciones del gobierno paraguayo, llegó a Asunción el 16 de marzo de 1855 en un solo buque, el “Ipiranga; y ordenó que los demás abandonen aguas territoriales del Paraguay".
Después de la audiencia pública donde don Carlos Antonio López recibió al enviado imperial, se iniciaron las negociaciones entre el almirante Pedro Ferreira D’Oliveira y el general Francisco Solano López Carrillo, nombrado ministro para el efecto.
"Solano López, se condujo en estas negociaciones con extraordinaria habilidad. Su indoblegable energia se presentaba vestida de la más fina cortesía. Flexible cuando era necesario, pero sin caer en la debilidad; sagaz siempre en la consideración de las cuestiones más delicadas; marchaba con movimiento amplio, y seguro hacia su fin, y allí donde daba a entender la impresión de ceder, aparecía logrando sus más serias ventadas".
Después de varios días y duras negociaciones, se firmó el "Tratado López-Ferreira D’Oliveira” en Asunción el 27 de abril de 1855, pero el emperador don Pedro II, se negó a ratificar los convenios.
Para zanjar el impasse don Carlos envió al Brasil a don José Berges, quien discutió y negoció la firma de un nuevo "Tratado de Amistad y Navegación" con el plenipotenciario brasileño José María da Silva Paranhos, que fue firmado el 6 de abril de 1856. El Paraguay se reservaba el derecho de reglamentar la política fluvial, sin las trabas estipuladas en el "Tratado López-Ferreira D’Oliveira". La cuestión de límites se pospuso por 6 años.
Mientras tanto, el Imperio del Brasil negociaba a espaldas del Paraguay con la Argentina, y en 1856 y 1857, firmaron dos acuerdos con la Confederación Argentina conocidos como los "Tratados Abaete-Urquiza” y "Urquiza-Paranhos", producto de los arreglos que se dio en llamar la "Convención de Paraná'.
En estos tratados el Imperio del Brasil y la confederación Argentina, se abrogaron derechos de autorizar la libre navegación de los ríos de la Plata, Uruguay, Paraná y Paraguay, sin el consentimiento del gobierno paraguayo. En respuesta a esta situación don Carlos Antonio López dispuso fuertes medidas sobre las embarcaciones extranjeras que navegaban en aguas territoriales del Paraguay.
El Imperio del Brasil intentó solucionar rápidamente el impase y envió a Asunción en enero de 1857 al consejero José María do Amaral como negociador, quien termino en violentas discusiones con el presidente López, retirándose sin ningún tipo, de resultado. Al año siguiente llegó a Asunción el ministro de relaciones exteriores del Imperio, José María da Silva Paranhos para negociar un acuerdo con el Paraguay. El gobierno paraguayo nombró ministro plenipotenciario al general Francisco Solano López Carrillo. Casi cuatro semanas duraron las negociaciones y al final se encontró una salida honrosa para ambas naciones, y "el 12 de febrero de 1858, se firmó en Asunción el Tratado López-Paranhos, por el cual se reprodujo las estipulaciones de la convención de Paraná y desde entonces el río Paraguay fue recorrido sin inconvenientes por los barcos de todas las naciones”.


EL MEDIADOR

En 1859 la guerra civil en la Argentina era inminente, debido a que la Gobernación de Buenos Aires no reconocía al gobierno de la Confederación Argentina, presidido por el general Justo Urquiza. La hegemonía bonaerense había caído en 1852 con la victoria de general Urquiza en la batalla de Caseros sobre el dictador Juan Manuel de Rosas. El grito de guerra y de disolución partió de Buenos Aires y lo dio, entre otros, un hombre que había de ser famoso en los trágicos anales de estos pueblos. Surgió entonces el "Estado de Buenos Aires" que Mitre quiso convertir en la "República del Plata", entidad autónoma, independiente, que tuvo su representación diplomática propia en el extranjero. Estalló así la crisis política entre la Confederación Argentina y el gobierno de Buenos Aires.
El presidente don Carlos Antonio López, se ofreció para que el gobierno paraguayo medie en la crisis argentina y para ello nombró al general Francisco López Carrillo como Ministro Mediador ante la Confederación Argentina y el gobierno de Buenos Aires.
Francisco Solano, acompañado de su séquito, partió de Asunción el 27 de setiembre de 1859 con destino a Buenos Aires. El 5 de octubre estaba en Paraná, donde presentó sus credenciales de Ministro Mediador al general Urquiza. Llegó a Buenos Aires el 12 de octubre del mismo año. Formaron parte de la delegación paraguaya: como secretarios Benigno López Carrillo, el capitán Gregorio Benítez, el teniente Paulino Além; como agregados militares y edecanes los coroneles Francisco I. Resquín, Francisco Wisner de Morgestern y los sargentos mayores Antonio de la Cruz Estigarribia, Francisco González, José María Aguiar y Rómulo Yegros, los capitanes Avelino Cabral y Cándido Mora, los subtenientes Pedro Duarte, Manuel Núñez y José Eduvigis Díaz. Además, como agregados civiles fueron los señores Carlos Saguier, Ildefonso Bermejo, Guillermo Stewart, Ramón Mazó, Claudio Riera y el presbítero José María Núñez.
Después de más de tres semanas de arduas negociaciones, al fin, el ministro mediador paraguayo, logró conseguir que ambos bandos en pugna cedieran y el 10 de noviembre, suscribieron el "Convenio de Paz", que fue celebrado por ambas partes. Tanto era el regocijo, que algunos periódicos porteños escribieron las siguientes notas: "El señor general López, infatigable mediador fue objeto de una gran ovación. Su coche fue cubierto con los ramos de flores y con las coronas con que las bellas porteñas le obsequiaron" mencionaba el periódico Las NOVEDADES. Otra publicación, EL PUEBLO ARGENTINO, agregaba: "Una vez que se tuvo la persuasión de que la paz era un hecho, prorrumpió aquella apiñada multitud en vivas al general López, e infinidad de ramos de flores cayeron sobre el carruaje que le conducía desde la estación a su morada".
Por tres días estuvo recibiendo el general López en su morada, expresiones de simpatía y agasajos de todo género de las porteñas, hasta la Cámara Sindical y los representantes de la clase industrial les dirigieron, por su parte varias notas de gratitud, en nombre del comercio nacional y extranjero y de todos los hombres de trabajo. También el Ministro de Relaciones Exteriores de Buenos Aires, don Carlos Tejedor, escribió una nota de agradecimiento a la intervención exitosa del ministro mediador paraguayo, del que en esencia decía:
"La acción diplomática del Paraguay, acercando los miembros de una misma familia, allanando dificultades que hasta hoy habían parecido insuperables, ha contribuido poderosamente a la solución por la paz. Me es grato también significar a vuestra excelencia que el Gobierno de Buenos Aires conservará las impresiones que la distinguida persona del representante del Paraguay ha sabido inspirarle como complemento lisonjero de la noble y feliz misión que ha desempeñado. "
Un hecho que no se puede soslayar fue la agresión que sufrió el ministro mediador paraguayo, Francisco Solano López Carrillo, el día 29 de noviembre de 1859, cuando a bordo del buque Tacuarí, fue víctima de un inaudito atropello por dos buques de guerra de Inglaterra, el BURZARD y el GRAPLER, que habían recibido la orden de cazara nuestro navío.
Apenas se movió el Tacuarí de la rada de Buenos Aires, los buques ingleses se dispusieron a acecharlo. El general López Carrillo ordenó entonces que toda la tripulación y el personal de la legación se aprestaran en posición de batalla. El ministro paraguayo estaba resuelto a sepultarse con su nave en el fondo del Río de la Plata, antes que consentir una ofensa gratuita. A pedido del capitán Morice, comandante del TACUARI, que era inglés, como todos los maquinistas, le manifestó a López Carrillo, sobre la gravedad de tomar combate contra naves que llevaban el pabellón de su país. Este comprendió la gravedad del caso y ordenó que el buque regresara al puerto bonaerense.
El general López Carrillo denunció el atropello ante el gobierno de Buenos Aires y posteriormente hizo el viaje por tierra hasta la ciudad de Paraná, donde abordó el buque JEJUI con destino a Asunción.
El concepto de casi todo Buenos Aires hacia el general López, era de lo más alto. Sin embargo, seis años más tarde, esa misma prensa y esos mismos políticos que lo lisonjearon, lo convertirían en el "bárbaro tirano de América del Sur". Las flores que las amables porteñas arrojaron al paso del ministro paraguayo pronto se marchitaron y las palabras de unánime gratitud se perdieron en el viento, quedando vivo en el fondo de las almas el rencor inveterado al pueblo hermano, al que nunca perdonaron su segregación y su juiciosa prosperidad. Al decir de Juan E. O'Leary: "¡Quién había de decirle al General López Carrillo, al regresar orgulloso a su patria, que acababa de firmar la sentencia de muerte de su país!".
Hasta el mismo general Urquiza, queriendo darle un testimonio material más elocuente de su gratitud, le regaló su espada que ciñó en la batalla victoriosa de Cepeda. El general López Carrillo le respondió agradeciéndole el magno gesto, el 26 de enero de 1860, desde Humaitá.
Seis años más tarde el gran caudillo entrerriano y compadre del Francisco Solano, pagaría con la traición más rastrera, al prometerle una alianza ofensiva-defensiva, pero sin embargo, fiel a su conveniencia económica dio la espalda a su amigo y compadre, para aliarse con su enemigo histórico, el general Bartolomé Mitre, para traer la guerra al Paraguay.

IX.
EL PRESIDENTE
Don Carlos Antonio López fue reelecto en 1854 Presidente de la República, pero esta vez sólo aceptó estar en el cargo por tres años, debido a su estado de salud muy quebrantada. A un año antes de cumplirse este periodo, el 3 de noviembre de 1856 realizó una enmienda en lo referente al Artículo 5° del Título 4° de la Ley del 13 de Marzo de 1844, referente a los requisitos para que un ciudadano paraguayo pudiera ser elegido Presidente de la República del Paraguay. Los cambios relacionados a los requisitos que debían reunir los candidatos a la presidencia del Paraguay fueron: la edad, que de 45 años bajo a 30 años; el candidato debía pertenecer al fuero civil, militar o religioso y de estado civil casado, se le agregó que podía ser también soltero. Según algunos historiadores, esta enmienda la hizo Don Carlos, pensando en la sucesión presidencial a favor de su primogénito, el entonces Ministro de Guerra y Marina.
El general Francisco Solano López fue elevado a la primera magistratura del Paraguay, por decisión del Honorable Congreso Nacional el 16 de octubre de 1862. Así lo demuestra el siguiente documento, obrante el original en el Archivo Nacional de Asunción (Vol. 331 N° 9 S.H. Año: 1862):
"El Presidente de la República del Paraguay, y General en Jefe de sus Ejércitos
Por cuanto el Honorable Congreso Nacional acaba de dictar la siguiente Ley:
El Soberano Congreso Nacional de la República del Paraguay, há sancionado con fuerza de Ley lo siguiente:
Artículo 1 ° Nombrase por aclamación general Presidente de la República al Brigadier Ciudadano Francisco Solano López, por el periodo legal de diez años.
Artículo 2° Habiendo prestado ante el Congreso Nacional el juramento que ordena la Ley Patria una comisión de diez Diputados pondrá al General López en posesión de la Presidencia de la República.
Artículo 3 ° Una copia autorizada de la presente Ley, con gran sello del Estado servirá de título al Presidente de República. Publíquese Asunción, Octubre 16 de 1862.
Nicolás Vázquez - siguen las firmas - Ciriaco Molinas,
Diputado Secretario.
Por tanto, publíquese y Comuníquese a quienes corresponda.
Asunción Octubre 16 de 1862.
(Firmado) Francisco S. López
(Firmado) Francisco Sánchez'
Una de las primeras disposiciones de gobierno dispuesto por el general Francisco Solano López, fue la conformación de su gabinete, que estuvo integrado por los siguientes ciudadanos: don José Berges, Ministro de Relaciones Exteriores; don Francisco Sánchez, Ministro de Gobierno; don Mariano González, Ministro de Hacienda; y el coronel Venancio López Carrillo, Ministro de Guerra y Marina.
También dispuso, a pocas semanas de haber sido elegido nuevo Presidente de la República, la pensión vitalicia del viejo maestro don Juan Pedro Escalada, estipulada en 25 pesos mensuales por el Decreto Supremo del 22 de diciembre de 1862. El maestro Escalada fue maestro de Francisco Solano y uno de principales formadores de los jóvenes paraguayos.
Los avatares de la guerra no le desvió la atención de la administración de la República y una de sus disposiciones fue el establecimiento de premios para los mejores productores de algodón.
Por decreto firmado por el Mariscal López el 20 de junio de 1865, "el Presidente de la República dispuso que en el interior se socorriese con dinero y semillas a las familias de los ciudadanos movilizados a fin que pudieran hacer frente a sus necesidades”.
A través del decreto del el 12 de febrero de 1867, "el Estado estableció premios pecuniarios para los labradores que hubieran recomendado ventajosamente en el cultivo y producción del algodón, considerado artículo indispensable de guerra para la confección de vestuarios. Los premios eran a la cantidad y a la calidad".
La cantidad de los primeros premios estaban señalados para los agricultores que mayor número de liños hubieran producido, y eran de diez clases: un gran premio de 8.000 pesos; dos de 5.000 pesos; cuatro de 3.000 pesos; ocho de 1.000 pesos; dieciséis de 500 pesos; treinta de 300 pesos; cuarenta de 200 pesos; sesenta de 100 pesos; y cien de 50 pesos.
En el aspecto cualitativo, los premios de calidad se dividían en once clases: un premio mayor de 1.000 pesos y diez de 100 pesos. El premio mayor corresponderá al más aventajado de las primeras clases. Los "premios de calidad" serían obtenidos por la cantidad total puesta en concurrencia en sus respectivas clases. En caso de igualdad de calidad, la cantidad decidirá el premio y en caso de empate, los concurrentes apelarían a la suerte.
La concurrencia para el examen y clasificación de la cantidad y calidad debía abrirse en Asunción el 31 de julio y durar hasta el 15 de agosto. Ninguna porción de algodón sería admitida a la concurrencia de premios sin el certificado colectivo de las autoridades del distrito, dando fe de que la respectiva cantidad era proveniente de la labor del concursante, con expresión de los liños que hubieran producido.
Otro aspecto de su obra de gobierno fue el aporte que dio para que se montara en Asunción la primera fábrica de hielo, que comenzó a funcionar a partir del mes de febrero de 1867 bajo la dirección de su propietario el Dr. Domingo Parodi. La producción de hielo fue fundamental para su utilización en los distintos hospitales de sangre del país, tanto los que se hallaban en Asunción, como los de Humaitá y Paso Pucú, donde se enviaba cinco cajones por día.
Otra de las disposiciones de Mariscal López como administrador del Estado paraguayo, consistió en el decreto del 22 de febrero de 1866, que estableció franquicias para el comercio con Bolivia y el proyecto de construcción de ferrocarril desde la costa del Río Paraguay hasta el interior de Bolivia.
El decreto rezaba lo siguiente:
"El Mariscal Presidente de la República, General en Jefe de sus Ejércitos:
Hallándose en tráfico la vía de comunicación que el gobierno ha mandado construir entre Corumbá y Santo Corazón y considerando la conveniencia de promover y proteger el comercio de la República de Bolivia al litoral del Paraguay, y para que la situación de aquella no traiga embarazos al retorno de ese comercio, y vistos los artículos 3° y 4° del capítulo 2° del Decreto del 2 de enero del 1846, decreta:
Artículo 1 ° Permítase la libre importación de moneda metálica por la vía Corumbá para los importadores procedentes de las provincias bolivianas.
Artículo 2 ° Declarase libre de derecho la exportación de mercaderías de productos nacionales o de artículos ultramarinos por la Aduana de Corumbá para el territorio de Bolivia.
Artículo 3 ° El ministro secretario de Estado en el Departamento de Hacienda, quede encargado de la ejecución del presente decreto.
Cuartel General de Paso Pucú, febrero 22 de 1867 Francisco Solano López
Luis Caminos Oficial 1 ° del Ministerio De Hacienda" La salud pública también estuvo entre las prioridades del mariscal López Carrillo y una de las providencias de gran importancia constituyó las medidas de prevención contra el cólera dispuestas en el mes de abril de 1867, que establecía que se pongan en cuarentena, antes de llegar a Asunción, los barcos que naveguen desde Humaitá hasta la Capital. Contra la aparición de casos de viruela en Villarrica, dispuso el envío desde el cuartel de Cerro León del practicante Blas Acosta, quien inoculó con la vacuna a 204 niños del pueblo y a 506 niños de quince compañías.
Pero no siempre la prevención era cumplida con rigor. Esto motivó una fuerte reprimenda del Mariscal al ministro interino de Guerra y Marina Capitán, Francisco Bareiro, que era al mismo tiempo capitán general de puertos. En términos poco usuales en la correspondencia presidencial, López se dirigió telegráficamente el 29 de abril de 1867, al capitán Bareiro.
"Con desagrado acabo de saber que V. ha sido inútil para cumplir mis órdenes de cuarentena para con los buques que arriban de esta parte y que el “Ygurey” ha atracado a tierra y su tripulación y gente extraña ha estado subiendo y bajando a bordo. Tenga entendido esta vez por todas de que se han de cumplir mis órdenes de otra manera que V. ha de responderme de ellas. ¿Qué objeto tiene pues esa gente detenida en el Chaco en cuarentena? Es preciso no tener la menor reflexión para infringir disposiciones públicas de una manera tan escandalosa como atrevida. Deje pues que esa gente en cuarentena vaya a sus casas una vez que haya sufrido ocho días. Y puesto que V. no sirve para cumplir su deber comunique esta disposición al Comandante Gómez a quien hago igualmente responsables para en adelante."
Cuando vio la necesidad de prever la posibilidad de una nueva interrupción de las comunicaciones entre la capital y el Cuartel General de Paso Pucú y crear una autoridad con facultades para resolver los casos, el Mariscal dispuso de la creación de la Comandancia General de Armas de Capital y nombró para dicho cargo, el 3 de diciembre de 1867, al coronel Venancio López, Comendador de la Orden Nacional del Mérito.
A pesar de estar comprometido en la Guerra contra la Tríplice, López Carrillo no desatendió algunas cuestiones que tenía que ver con la cultura del país. Como ejemplo se menciona las medidas tomadas por el mismo sobre el problema de la grafía guaraní, que se generó desde la aparición de los periódicos EL CENTINELA y el CABICHUÍ.
La solución más apropiada que tomó, fue la de conformar una comisión especial que busque uniformar la grafía guaraní a ser utilizada por ambos periódicos. Fueron designados miembros de dicha comisión especial los señores Luis Caminos, Carlos Riveros, Andrés Maciel y Juan Crisóstomo Centurión. Éstos recurrieron a la obra del padre Antonio Ruiz de Montoya "TESORO DE LA LENGUA GUARANÍ". La segunda disposición de la comisión especial hizo referencia al ordenamiento de la ortografía, teniendo en cuenta los signos tipográficos en uso de la Imprenta Nacional de Asunción, donde se editaba "EL CENTINELA” y la Imprenta del Ejército, donde se editaba el "CABICHUI".

CONCLUSIÓN

La intención de este trabajo fue la de presentar al mariscal Francisco Solano López Carrillo, en los distintos aspectos de su vida. Hemos iniciado el escrito, presentando a su familia, y por sobre todo aportar conocimientos para el esclarecimiento de la fecha de su nacimiento, que fue el 24 de julio de 1827. Como es sabido con negras intenciones, se utilizó un error cronológico de su más importante biógrafo, don Juan E. O'Leary, quien afirmó, que el Mariscal nació el 24 de julio de 1826, a días nada más del matrimonio de sus padres. La intención de algunos escritores de marras, fue la hacer creer a la opinión pública que don Carlos Antonio López no era el padre de Francisco Solano, sino que aceptó la paternidad a cambio de una generosa recompensa de parte del padrastro de su esposa, don Lázaro Rojas Aranda, quien en su testamento aclaró que no tuvo descendencia alguna.
Lo hemos estudiado como hijo y hermano, concluyendo que era una persona con nobles sentimientos. En muchas de sus correspondencias se encuentran frases afectuosas para con sus padres, hermanos, sobrinos y cuñados, principalmente con el coronel Venancio López Carrillo, quien además de hermano, era su compadre.
El Francisco Solano López Carrillo padre que hemos presentado, nos muestra cuanto amaba a sus hijos habidos tanto de doña Elisa Alicia Lynch, como de doña Juana Pesoa Vasconcelos y de doña Ana Josefa Carrera. Este aspecto muy pocas veces ha sido estudiado, pues siempre ha acaparado el aspecto de su vida guerrera.
Para muchos será una novedad la presentación al público del Francisco Solano López Carrillo, hombre, con sentimientos y emociones, capaz de amar y sufrir por amor. Inferimos que no fue hecho para el matrimonio, debido a su espíritu libre y romántico. A su manera amó a Elisa Alicia Lynch, Francisca Garmendia, a Juanita Pesoa, a Ana Josefa Carrera, a Carmelita Cañete, a Olivia Corvalán y a la hija del juez del partido de Luque don Pedro Burgos.
En cuanto al pensamiento político del mariscal López Carrillo, es fundamental entender el significado que tuvo para él y el Paraguay, la doctrina del "Equilibrio del Plata", debido a que él consideraba, la vigencia y práctica de esta doctrina como fundamental para la existencia de nuestro país. Hoy a 146 años de la defensa de aquello principios, más que nunca están vigente los principios políticos del Mariscal, debido a que la hegemonía política y económica del Brasil, no solamente en el Plata, sino en toda Sudamérica es un hecho.
Una vez más los proyectos imperiales atribuidos al Mariscal López Carrillo, constituye uno de los capítulos que no puede faltar en una obra biográfica del mismo, y sobre el punto concluimos que Francisco Solano López Carrillo, no necesitaba de ardides o de disfrazar sus intenciones imperiales; sencillamente convocaba a un Congreso Extraordinario, disponía que uno o más diputados que mocionen su nominación de emperador y se lo elegía a viva voz. Pero él no tuvo la más mínima intención de ceñirse una corona imperial. Tampoco estaba en sus prioridades un título nobiliario, pues no sólo Leopoldina era la única que lo llevaría a la nobleza
También, si quería hubiera aprovechado su cercana amistad con el emperador Napoleón III y conseguir un matrimonio con alguna joven de la nobleza francesa o española.
En relación a la fuerte campaña ignominiosa que sufrió su la memoria, podemos decir que hasta el presente existen muchos detractores, que niegan su condición de héroe, acusándolo todavía de haber destruido el Paraguay. La repulsa hacia la figura del Mariscal fue una de las herencias más dura que nos dejó la Triple Alianza. En cuanto a la reivindicación en las de la figura del Francisco Solano López Carrillo, es importante tener en cuenta lo siguiente: con sus aciertos y errores fue un hombre que dio todo por el Paraguay, que prefirió sucumbir antes que ver a su patria humillada. No fue el súper hombre de la guerra, ni el monstruo que la pluma mercenaria creó, sino un hombre, que honró y amó a su país.

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RIQUELME GARCIA, 1976. El Ejercito de la Epopeya. Tomo I. Asunción: Cuadernos Republicanos, 195 p.
RIQUELME GARCIA, 1977. El Ejercito de la Epopeya. Tomo II. Asunción: Cuadernos Republicanos, 401p
ROSA, José María. 1985. La Guerra del Paraguay. Y las Montoneras Argentinas. Buenos Aires: Hyspamerica, 331 p.
ROLÓN MEDINA, Anastasio, 1964. El lustro terrible. Asunción: Imprenta La Humanidad, 245 p.
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WHIGHAM, Thomas. 2008. La diplomacia estadounidense durante la Guerra de la Triple Alianza. Thomas Whigham. Juan Manuel Casal. Asunción: Servilibro, 405 p.


 

ARTICÍCULOS PUBLICADOS



 
LA BIOGRAFÍA DEL MARISCAL FRANCISCO SOLANO LOPEZ
COLECCIÓN PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA SE PRESENTARÁ MAÑANA
 Este tercer volumen de la colección Protagonistas de la Historia se ocupa de la biografía del mariscal Francisco Solano López y está escrito por el historiador César Cristaldo Domínguez. De acuerdo con lo que señala el director de esta serie, doctor Herib Caballero Campos, en el prólogo de la obra que aparecerá mañana con el ejemplar de ABC Color, “Solano López posiblemente ha sido el paraguayo más vituperado y a la vez más engrandecido, y como ejemplo está el debate originado recientemente en la República Argentina por la denominación de una unidad militar con su nombre. Fueron expresadas denostaciones y ovaciones a su figura, sus ideales y sus posiciones políticas y diplomáticas”.

La biografía de Solano López da continuidad a esta serie bibliográfica iniciada el pasado domingo 13 de marzo y que consta de 23 volúmenes, cada uno de ellos con la biografía de una personalidad que dejó sus huellas en la historia de nuestro país. La Colección Protagonistas de la Historia es un emprendimiento de la Editorial El Lector, siguiendo una práctica ya tradicional de publicaciones masivas con el diario ABC Color. Esta se inició en el año 2005 y ya ha posibilitado la venta de unos 2 millones de ejemplares de las distintas ediciones ya lanzadas. 

Las biografías presentadas en este conjunto de textos son inéditas y han sido elaboradas por prestigiosos intelectuales paraguayos y extranjeros de manera exclusiva para esta oportunidad. 

El libro número 3, que trata de la figura del mariscal López, es esperado con gran expectativa por el público, especialmente por los estudiantes y los docentes, que tendrán así la oportunidad de acceder a un precio sumamente económico (20.000 guaraníes diario más libro) a un volumen hecho con toda profesionalidad. 

La figura del Mariscal se yergue hasta hoy en día como una de las más polémicas junto a la del doctor Francia. 

“Ante esa realidad –dice Herib Caballero– el profesor César Cristaldo nos presenta una biografía de Solano López que busca presentar otras facetas de la vida de este hombre público. Es así que la obra se inicia con capítulos muy provocadores y humanizadores como el Hijo, el Hermano, el Hombre, el Padre de familia. En este libro, el autor nos invita a conocer a un ser humano de carne y hueso con sentimientos, vicios, virtudes y cotidianidades”. 

Agrega Caballero Campos que durante muchos años en la historia, fue considerado como no apropiado, hasta casi como un desatino, hablar de los aspectos privados y humanos de los héroes, pero hoy en día –apunta– ese acercamiento al ser humano “nos permite valorar en su justa dimensión la tarea realizada, la causa defendida y los sacrificios hechos por ella para que simples mortales fueran considerados dignos del mérito de la heroicidad”. 

En este sentido, el autor de esta obra, expresa también el prologuista, logra atraparnos en una detallada y amena biografía de Francisco Solano López, quien queda expuesto con sus amores, su patriotismo, su trato con sus hermanos e hijos. 

Posteriormente el autor pasa de la esfera privada a la esfera pública del personaje; es así que lleva al lector a conocer sus roles como mediador, como diplomático como presidente y finalmente como mariscal de los ejércitos del Paraguay. 

Finaliza el texto con la referencia a las intrigas familiares y políticas que tuvo que enfrentar Francisco Solano López Carrillo. 

Herib Caballero manifiesta que este libro no concluye en las orillas del Aquidabán Nigüi, pues César Cristaldo analiza la campaña de ignominia que fue desplegada por los adversarios del Mariscal desde agosto de 1869 hasta el presente.
19 de Marzo de 2011




 
 CÉSAR CRISTALDO EXPLICA POR QUÉ EL MARISCAL LÓPEZ ES POLÉMICO
El Mariscal Francisco Solano López es la figura histórica cuya biografía se publicará el próximo domingo 20 de marzo, con el ejemplar de ABC Color, en el marco de la Colección Protagonistas de la Historia del Paraguay, publicada por la Editorial El Lector. El autor de este libro, César Cristaldo, explica en esta entrevista por qué López sigue siendo hoy una figura tan polémica. Asimismo, el historiador habla del contenido de la obra a publicarse.

–Hasta ahora la figura de Francisco Solano López sigue creando polémica. ¿Por qué sucede eso?  
–La figura de Francisco Solano López sigue creando polémica debido a que él se ha convertido en un problema político y visceral. Además, prendió en nuestra sociedad una de las imposiciones de los vencedores que fue la de aborrecer la figura del Mariscal López. 

–En esta biografía escrita para la Colección Protagonistas de la Historia, ¿qué encontrarán de novedoso los lectores?  
–En esta biografía hemos pretendido presentar al ser humano Francisco Solano López Carrillo, el hijo, el hermano, el padre de familia, el hombre con sentimientos, que quiso a su manera a varias mujeres, pero amó por sobre todas a Elisa Alicia Lynch. Y por supuesto su figura de ministro, mariscal y Presidente de la República. 

–¿Podría explicar cuál es el enfoque que desarrolló en el libro?  
–El enfoque que tiene la obra es resaltar el aspecto poco conocido, tratar de presentar la faceta humana de una de las figuras más importantes de la historia del Paraguay, en un escrito ameno, que pueda llegar a todo tipo de lector. 

–En cuanto a esa faceta humana que refiere, ¿nos podría adelantar algo novedoso?   
–Lo novedoso que presentamos es su relacionamiento con sus padres, especialmente con la madre, sus hermanos y además las mujeres que alguna vez tuvieron un protagonismo en su vida.

A pesar de no ser algo nuevo, también presentamos un informe sobre el origen del Mariscal López Carrillo; específicamente volvemos a mencionar la fecha de su nacimiento, cuyo dato erróneo se ha prestado para afirmaciones perversas de muchos historiadores. 

–Siempre se habló de Madame Lynch y su influencia en la vida del Mariscal López. ¿Hubo otras mujeres en su vida?  –Madame Lynch fue sin duda la mujer más importante en la vida del Mariscal López, pero su influencia fue limitada debido a que ni siquiera en el campo sentimental pudo tener exclusividad sobre él y prueba de ello constituye el nacimiento de José Félix López, hijo de Juana Pesoa, casi al mismo tiempo que su hijo Enrique Venancio, en 1859. Además, Ana Josefa Carrera, madre de Rosita Carrera, en algún momento fue también una de las enamoradas del joven general López Carrillo.

Existen versiones de que ella tuvo otro hijo del Mariscal. Se le atribuyeron otras relaciones a él, como Olivia Corvalán, Carmelita Cañete y una de las hijas de don Pedro Burgos, juez de Paz del pueblo de Luque.

Pero vuelvo a mencionar que Madame Lynch fue el gran amor de Francisco Solano y prueba de ello es que la nombró heredera universal de sus bienes y ¿qué pasó con esas mujeres cuando llegó la Lynch a Asunción?
17 de Marzo de 2011



 
UNA APASIONANTE BIOGRAFÍA DEL MCAL. FRANCISCO SOLANO LÓPEZ
En esta segunda parte de la entrevista, el historiador César Cristaldo amplía las referencias sobre el libro que escribió y que aparecerá el próximo domingo con el ejemplar de ABC Color: “Francisco Solano López”.

Esta es una biografía apasionante sobre una de las personalidades más notables y complejas de nuestra memoria nacional. He aquí la parte final de la entrevista con César Cristaldo. 

–¿Realmente sus familiares conspiraron contra él, o fue fruto de la intriga de terceros o, como algunos sostienen, la desesperación de la guerra afectó emocionalmente al Mariscal?

–Ambas cosas existieron. Fue real la conspiración gestada en el seno mismo de su familia, encabezada por su propio hermano Benigno López Carrillo y su cuñado Saturnino Bedoya. Entre los intrigantes se menciona al ministro americano residente en Asunción, Charles Washburn. 

–¿Hay pruebas de ello?  
–Para fundamentar estas apreciaciones existen dos pruebas contundentes: primero, el informe del cónsul francés en Asunción, Mr. Couverville, enviado a su gobierno en el mes de diciembre de 1867, a casi dos meses de la llegada de los buques brasileños a Asunción y de la reunión de ciudadanos notables de la capital. Segundo, las memorias del padre Acosta, capellán de la familia López Carrillo, publicadas en 1918, en pleno auge del antilopizmo, en las que él confirmó que existió la trama conspiraticia en el mismo seno de la familia López Carrillo. 

–¿Cómo fue la relación de Francisco Solano con sus hermanos menores? 

–Existió una buena relación, especialmente con el coronel Venancio López, que además era su compadre. También se preocupaba mucho por la salud y el bienestar de sus hermanas, de Rafaela e Inocencia. Con el menor de la familia López Carrillo, Benigno, también tenía buenas relaciones, inclusive por mucho tiempo este fungió como su secretario privado en las distintas misiones diplomáticas que desempeño Francisco Solano López Carrillo. La relación se cortó finalmente en 1868, con la muerte en prisión de Saturnino Bedoya, esposo de Rafaela, y los fusilamientos de Benigno López y el general Vicente Barrios, esposo de Inocencia. 

–Hay libros que mencionan que Francisco Solano López mandó azotar a su propia madre. ¿Eso es verdad? 

–Según las memorias del coronel Silvestre Aveiro, doña Juana Paula Carrillo de López recibió un “correctivo” de parte de él (Aveiro), que era uno de los fiscales que atendían el caso de conspiración estallada en San Estanislao en 1869. 

–Existen versiones de que Francisco Solano López no era hijo de don Carlos Antonio López.
–Esa versión insidiosa surgió a partir de 1926, debido a un error del historiador Juan E. O’Leary, quien señaló como fecha de nacimiento el 24 de julio de 1826, debiendo ser el 24 de julio de 1827. Es importante recalcar que Carlos Antonio López y Juana Paula Carrillo se casaron un 22 de julio de 1826, y teniendo en cuenta las rígidas costumbres conservadoras de la iglesia paraguaya de la época, es casi imposible que un sacerdote hubiera celebrado el matrimonio estando Juana Paula Carrillo con casi nueve meses de gravidez.
18 de Marzo de 2011

COLECCIÓN JAVIER YUBI


domingo, 8 de mayo de 2011

VÍCTOR I. FRANCO - LA SANIDAD EN LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA / CÍRCULO PARAGUAYO DE MÉDICOS. Asunción - 1976.



LA SANIDAD EN LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA
CÍRCULO PARAGUAYO DE MÉDICOS
Asunción – Paraguay
1976

Conferencia pronunciada por el Doctor VÍCTOR I. FRANCO, en el Salón de Actos del CÍRCULO PARAGUAYO DE MÉDICOS, el 4 de diciembre de 1975, en conmemoración de la SEMANA DEL MÉDICO



LA SANIDAD EN LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA

         Con pocos o escasos datos se dispone respecto a la Sanidad Militar que actuó en la guerra contra la Triple Alianza. Con relación a este tema escribe el Coronel Arturo Bray: "No hubo tiempo de organizar debidamente este Servicio. Con elementos contratados de Europa, se hubiera podido hacer algo perfecto, si se hubiera dispuesto de tiempo, pero precipitados los sucesos, todo hubo de ser incompleto o deficiente. El Cuerpo Médico se componía de un cirujano mayor (Dr. Stewart), tres médicos de primera clase (doctores Skiner, Fox y Barton), un farmacéutico (Mastermann) y numerosos practicantes paraguayos. Los elementos de curación eran muy escasos, pero la higiene implantada en el ejército era rigurosa, consiguiéndose, gracias a esto, un estado sanitario relativamente bueno. Los hospitales de sangre eran improvisados en los campamentos y el transporte de heridos y enfermos se hacía en carretas".
         "Sabido es que a modo de anexos de los templos, existían los llamados "Campos santos" o cementerios y enterratorios. Una reliquia histórica que hasta hoy se conserva, y por cierto en la parte más valiosa de New York, el Wall Street, es el cementerio adjunto a la Iglesia Trinity Church". En la Asunción podía verse hasta hace poco tiempo el que había al lado del primitivo o templo de la Encarnación, lugar ocupado actualmente por el Estadio Comuneros y el último en desaparecer allá por el año 1926, es el que estuvo anexo a la iglesia de Lambaré.
         Vamos a remontarnos a la época de Don Carlos Antonio López que, por su brillante criterio de mandatario, no escapó a su acción de gobernante la atención de la salud de su pueblo. Así, en su mensaje de 1842, refiriéndose a la formación del cementerio de la Recoleta, dice: "La costumbre – dice - de enterrar muertos en las iglesias era ya diametralmente opuesta a la salubridad pública; bastantes pruebas tenemos de esta verdad. El gobierno proyectó formar un cementerio general en la Recoleta, fuera de la ciudad y lo ha verificado. Ha destinado – agregó - los carros fúnebres necesarios para conducción de los cadáveres, destinando dos a beneficio de los pobres, que sirvan gratis".
         Por decreto del Soberano Congreso, el 24 de noviembre de 1842 se aprobó en todas sus partes el mensaje del Ejecutivo, y decía en su artículo 9º: "Siendo el establecimiento del nuevo cementerio general tan conveniente a la salubridad pública, se aprueba plenamente el decreto de su erección, siendo de esperar que también se suprima el cementerio interno de párvulos del Curato de la Encarnación".
         El cementerio de la Recoleta fue bendecido el mismo año por el Vicario Orué; fue nombrado encargado del Cementerio y administrador de los carros el Juez comisionado y Jefe Urbano de la Recoleta, y, como Capellán Interino, el presbítero Roque Esteban Irala, con la obligación principal de recibir de sobrepelliz y estola a los cadáveres y rezar un oficio de sepultura, como hasta hoy se usa. Las verjas y los portales hechos de hierro forjado - obra artística - fueron adquiridos en Italia, y el templo de la Recoleta fue erigido en el año 1857.

MEDICOS EXTRANJEROS

         Mencionaremos a continuación los médicos extranjeros contratados por el gobierno del Primer Presidente Constitucional, don Carlos Antonio López:
 
DR. GUILLERMO STEWART: De nacionalidad inglesa, llegó al país en el año 1.856 después de haber actuado en la guerra de Crimea; con un sueldo de 3.000 pesos anuales y manutención. A él le cupo organizar, de acuerdo con las posibilidades, los hospitales y el personal correspondiente. Bajo su dirección se formaron como practicantes médicos jóvenes capitalinos escogidos de la buena sociedad. Estos, que ya eran nacionales y que se mencionarán, se desempeñaron con abnegación y con valor sublime en la lucha contra la Triple Alianza, y algunos fueron obligados a cambiar el "caduceo" por las armas, para defender a la Patria, porque así lo exigía el momento. Unos rindieron tributo a la muerte; otros recibieron heridas y otros cayeron prisioneros con honor y bizarría.
         El Dr. Stewart hubo de ir al Japón, pero en esa época se produjo la contratación de facultativos en el Reino Unido por nuestro gobierno, y prefirió venir a nuestro país. Al comenzar la guerra eligió entre las mejores familias de la Asunción a 140 jóvenes para destinarlos al Servicio de la Sanidad en calidad de practicantes, para lo cual les dio la enseñanza elemental adecuada, y los ejercitó sobre todo en vendajes, de tal modo que mediante eso, los heridos eran prontamente vendados y evacuados de la línea de fuego. Muchos practicantes llegaron a operar y realizaron amputaciones.
         El Dr. Stewart formó parte del séquito de la Comisión Mediadora en la Confederación Argentina presidida por el General Francisco Solano López, designado mediador. Dicha comisión partió de la Asunción a bordo del "Tacuarí" el 27 de setiembre de 1859 con destino a Paraná. La comitiva estaba integrada en la siguiente forma: como secretarios, Benigno López, Paulino Alén y Gregorio Benítez; como edecanes, los coroneles Francisco Isidoro Resquín y Francisco Wisner de Morgenstein, los mayores Antonio de la Cruz Estigarribia, Francisco González, José María Aguiar y Rómulo Yegros; los capitanes Avelino Cabral y Cándido Mora; los Sub-tenientes Pedro Duarte, Manuel Núñez y José Eduvigis Díaz, y como agregados civiles, Carlos Saguier, Ildefonso Bermejo, GUILLERMO STEWART, Ramón Mazó, Claudio Riera y el presbítero José María Núñez. El resultado exitoso de esta mediación se conoce en la historia con el nombre de "Pacto de San José de Flores", firmado el 10 de noviembre de 1859.
         Ya durante la guerra desempeñó el Dr. Stewart el cargo de Jefe de la Sanidad Militar en el Cuartel General de Paso Pucú, y era médico del Mariscal de cuya confianza y estimación gozaba. El 13 de agosto de 1868, cuando el General Vicente Barrios, ex Ministro de Guerra y Marina, cuñado del Mariscal, procesado por supuesta "conspiración", intentó suicidarse, como resultado de las diligencias que hizo el General Resquín; se procedió a la declaración de los cirujanos que habían atendido al herido y testigos presenciales. Previamente se reconoció la navaja utilizada en el atentado, y que fue presentada por el Sub-teniente Jesús María Carrillo, pariente del Mariscal. Era una navaja de barbear de cabo de hueso blanco de tres pulgadas de largo la hoja, y el mango de seis, cubierta de sangre seca y muy fina con la marca de la figura de un ave y escrita la marca "Rameau a Sens". Hallándose el General "con semblante que parecía estar con su entero juicio y acuerdo natural", fue preguntado si era esa la navaja con que se había herido, y asintió con una señal de cabeza, y escribió luego "la he arrojado", dando a entender que la arrojó a un costado luego de herirse con ella".
         El Dr. Stewart refirió como acudió en auxilio del General Vicente Barrios, que manaba abundante sangre, estaba exaltado y privado de su juicio. Le ligaron algunas arterias para detener la hemorragia, para lo cual le tendieron a la fuerza en el suelo, y luego lo trasladaron a su casa, donde se descubrió otra arteria seccionada, que también ligaron. Según el Dr. Stewart, la herida no era precisamente mortal, pero sí de peligro. No parecía haber sido hecha por otra persona, y dijo que: "por la afección cerebral que suele padecer el herido habitualmente desde tiempo atrás, le aplicó fomentaciones refrigerantes en la cabeza con las que va recobrando un tanto su juicio y serenidad. Creía el Dr. Stewart que la causa de la tentativa del suicidio había sido "alguna perturbación mental temporaria". El cirujano Téllez agregó el detalle de que lo encontraron a Barrios de pie y forcejeando con dos o tres soldados, y que los médicos se habían visto obligados a tenderlo por la fuerza en el suelo, para la primera curación"; le parecía también a Téllez "que no estaba en su sano juicio, pero agregó que no le conocía trastorno mental anterior". Todo esto se desarrolló en San Fernando en el mes de agosto de 1868.
         Para el tratamiento de las epidemias, el Dr. Stewart hizo imprimir instrucciones concisas y estrictas medidas de profilaxis. En la campaña de Pikysyry, el Mariscal dispuso que el Dr. Stewart ocupase su puesto en la División que defendía el Paso de Angostura, cerca de Villeta, al sud en el Río Paraguay, pero cuando esta división capituló el 30 de diciembre de 1868, fue conducido a la Asunción por los brasileños, en calidad de prisionero y embarcado a Río de Janeiro juntamente con el Ingeniero George Thompson -su descendiente es el Prof. Dr. Quirno Codas Thompson-, a bordo del vapor "Tycho Brahe". De regreso a la Asunción, ocupó su casa-quinta (Quinta Stewart) en el actual Barrio Mariscal López, en la calle Juan de Salazar entre las de Perú y Washington, que estuvo ocupada por la Embajada de China Nacionalista. Es un "caserón de añejos tiempos" que aún subsiste. Una calle del barrio mucho tiempo llevó el nombre del Dr. Stewart, y posteriormente fue denominada Padre Cardozo, religioso muerto en la contienda chaqueña.
         En los países de la cuenca del Plata se llegó a considerarlo como el decano de los médicos sudamericanos. En la post-guerra fue decano y profesor de nuestra Facultad de Medicina, y formó parte de las autoridades y Nicolás Angulo. Después de mucho tiempo regresó a Comisión Especial a las Exposiciones Internacionales de París y Barcelona, con Ricardo Brugada, Cirilo Solalinde y Nicolás Angulo. Después de mucho tiempo regresó a Inglaterra, estuvo casado con Venancia Triay, y dejó descendientes y bienes raíces en el país.
 
         DR. GEORGE PEGOTTE BARTON: Llegó contratado por el gobierno a bordo del vapor "Ypora", el 15 de abril de 1856. Asistió como partero a Elisa Elicia Lynch, cuando nació la hija del Mariscal: Corina Adelaida. Esta niña enfermó gravemente a la edad de un año. Le prodigó sus solícitas atenciones profesionales, pero no pudo salvarla de la gastroenteritis, pues falleció el 14 de febrero de 1857. Sus restos fueron inhumados en el cementerio de la Recoleta. Vale la pena citar la siguiente anécdota cuando enfermó dicha nena: "En el curso de la enfermedad, una noche al acostarse Isidora Díaz -hermana del General Díaz y dama de compañía de Madama Lynch- avisó que la niña Corina Adelaida se había desvanecido. En seguida acudió el Dr. Barton y con esfuerzo considerable consiguió reanimarla. La comadrona de nombre Canuta Verdoy, que se hallaba presente, protestó y dijo que la niña no necesitaba remedios de botica y que si el General López autorizaba, Canuta formalmente se comprometía a curar a la enfermita que padecía de un desconocido mal que los gringos aunque sean doctores no sabían ni entendían, y explicó que Corina Adelaida padecía del "camby ryrú yeré"; agregó que era un mal común en la primera infancia y que consistía en la retroversión de un órgano que en los lactantes es como un órgano incipiente que, mediante una maniobra volvía a su posición normal y la enfermita se sana; sus miembros inferiores readquieren la misma longitud normal, porque esta afección hace que haya una diferencia de los miembros: una pierna se vuelve más corta que la otra. Obtenido el permiso del general:
         "Canuta desnudó a la niña que se doblaba de un lado a otro como un ave herida. La extendió sobre la mesa, le estiró las piernas y se empeñó en convencer a los padres de que la pierna derecha era más corta que la izquierda, y que había una hinchazón en la región gástrica. Con la mirada fija en los ojos de la pequeña, Canuta murmuró algunas palabras en guaraní, otras en español. Su acento y sus gestos eran tan pronto de apóstrofe, como de ruego. Después de trazar la señal de la cruz sobre el vientre de la paciente, su mano reseca exploró la cintura, ascendió hacia el estómago y hundió los dedos sarmentosos debajo de las costillas, diciendo: -Aquí está el daño. Al instante la niña gimió como un corderillo torturado. Elisa vio el círculo morado en torno de la boquita fruncida, las perlas de sudor en la frente de cera, y ordenó: -¡Basta!-  Me interrumpe en el momento en que tenía el Bazo entre los dedos. Déjeme continuar la mujer se dirigía al general antes que a Elisa-. ¡Basta! no he debido permitir que martirice a mi hija. Por poco me la matas. Elisa disparó al dormitorio con la niña en brazos; Francisco la siguió turbado. -¡Matarla! Eso es lo que ellos intentaron murmuró Canuta, envenada de furia y de rencor. Se refería a los médicos".
         También el Dr. Barton asistió a Francisco Solano López en momento en que era designado por su padre don Carlos para que en compañía de su hermano Benigno, el Dr. Juan Andrés Gelly y Paulino Alén partiese a Río de Janeiro en misión diplomática, y a su vuelta terminada dicha comisión, debía hacerse cargo del Ministerio de Guerra y Marina; pero enfermó gravemente de tifus, y no realizó el viaje. La comitiva lo hizo el 30 de noviembre llevando como jefe a José Berges, como secretario a Félix Egusquiza y como consejero al Dr. Gelly.
         El Dr. Barton acudía puntualmente a los llamados, se mostraba amable con los pacientes, gentil y cauteloso; con su trato inspiraba confianza al enfermo. "La población burguesa de la Asunción se manifestaba satisfecha de sus servicios, porque proporcionaba remedios y atenciones profesionales a precio acomodado". Actuó como cirujano de tropas; fue el primer director de la Sanidad Militar, y vivía en la casa del Coronel Venancio López, edificio situado en la esquina de las calles Colón y Estrella, que ocupó después el hotel "Cosmos" y actualmente el "Palace Asunción". Se retiró del servicio el 6 de junio de 1864.

         DR. JOHN JONSTONE: Llegó a la capital el 14 de julio de 1856 a bordo del "Tacuarí". Era de nacionalidad inglesa. Actuó con el grado de Capitán honorario y desempeñándose como médico jefe de los hospitales, y de las guarniciones de la capital. Falleció repentinamente el 9 de octubre de 1857.
 
         DR. JUAN FOX: Fue contratado el 9 de julio de 1857 por intermedio de la casa Blyth de Londres con 1000 pesos de sueldo anual y manutención. En 1859 renovó su contrato con 2.000 pesos anuales y manutención. Antes de la guerra prestó servicios en el Hospital de Humaitá, de donde se retiró en el año 1861 por su salud quebrantada. Cuando se encontraba en el Hospital de Sangre de Humaitá, cayó dentro de ella una bomba que lo hirió en la pierna.
         En 1866 estuvo en la cárcel, "por no haber acudido con presteza a un llamamiento de la madre del Mariscal. Desde entonces su salud fue quebrantándose más y en los últimos tiempos ya no prestaba servicios en la Sanidad Militar. El 22 de julio de 1866 fue condecorado juntamente con Wenceslao Velilla con la Orden Nacional del Mérito" en el grado de Caballero. El 6 de noviembre de 1868 el Gobierno autorizó la salida del Paraguay de este médico, delicado de salud y se embarcó con destino a Londres en la Cañonera "Beacon".
 
         DR. FREDERICK SKINER: Doctor en medicina y Cirujano de tropas, estuvo en nuestro país desde el año 1861. El 15 de abril de 1863 fue enviado en comisión a Pirayú. Actuó en toda la campaña guerrera, y fue el que le amputó la pierna derecha al General José Eduvigis Díaz. Cuando el Dr. Skiner interrogó al héroe de Curupayty, si aceptaría el cloroformo como anestesia para la intervención quirúrgica, el General le interrumpió desdeñosamente, diciéndole con uno voz estentórea, al mismo tiempo que le indicaba con el dedo índice el miembro destrozado: -"Corte Ud. sin temor ni miramientos; lo que deseo es que termine pronto". Seguidamente el cirujano procedió a la amputación hasta el tercio superior del muslo. ¡El héroe se hizo operar sin pronunciar una sola queja! Deseaba el General Díaz conservar íntegramente en su poder la parte del miembro amputado, que fue embalsamada y colocada cuidadosamente en una caja hecha de palo santo, y guardaba en su pieza de enfermo por orden del Mariscal.
         El Dr. Skiner llegó hasta Cerro Corá. Estuvo presente en el desenlace del drama y presenció la muerte del Mariscal. El Dr. Skiner falleció en el Paraguay, ya en la era constitucional.

         Dr. WILLIAM MITCHEL BANKS: Llegó de Inglaterra el 23 de noviembre de 1864 contratado a raíz del retiro del Dr. Barton. Doctor en medicina y cirugía; se desempeñó como cirujano de tropas, igual que el Dr. JAMES C. WILSON, quien arribó a la Capital el 23 de noviembre del mismo año. Se retiraron del servicio de médicos contratados el 19 de febrero del año 1865.

         DR. JUAN FEDERICO MEISTER: Actuó desde el año 1864, desempeñándose como doctor en medicina y cirujano de tropas. Actuó en la Guarnición de Humaitá, y en una época, actuó a su servicio Domingo Antonio Ortiz, con el cargo de boticario. De aquí Ortiz pasó a formar parte de la Armada Nacional, distinguiéndose por su inteligencia valor, y actuando en la Marina de Guerra conquistó el grado de Capitán de Fragata.

         DR. JAMES RHYAND: Actuó desde fines del año 1864, desempeñándose como doctor en medicina y cirujano de tropas junto con el Dr. Fox. El 14 de mayo de 1866 fue condecorado con la "Orden Nacional del Mérito". Actuó hasta fines del año 1866.

         DR. EBERHARD OF ROSEMSCHOLD: Médico naturalista de nacionalidad sueca, actuó como médico del Mariscal hasta la Campaña de las Cordilleras. Merece este facultativo un breve capítulo por la vida azarosa en el escenario de nuestra contienda bélica: "Naturalista sueco, egresado de la Facultad de Medicina de Lund, residió en él hasta 1.844. Llegado al Paraguay se estableció en las Cordilleras, recorrió el país formando colecciones de pájaros, insectos, plantas y maderas destinados al Museo de Suecia. Cuando enfermó el Mariscal, fue llamado a Paso Pucú para atenderlo. Estaba en relaciones con la familia de don Juan Bautista Rivarola, y era amigo del Dr. Domingo Parodi; no formó parte activa de la Sanidad Militar.
         Sus cartas escritas desde el Paraguay a un amigo de Suecia, fueron publicadas por la Biblioteca Nacional de Stokolmo. Fue fusilado por orden del Mariscal en marzo de 1869; la causa no se supo.

FARMACEUTICOS

         GEORGE FEDERICO MASTERMANN: Farmacéutico de nacionalidad inglesa, llegó al país el 23 de diciembre de 1861; actuó como jefe de farmacia mucho tiempo y actuó en el Hospital Militar Central de la Capital. Fue ayudante de cirugía y actuó como Profesor de Materia Médica. Posteriormente fue destinado a la Fortaleza de Humaitá. En el Campamento de Pikysyry fue reducido a prisión, y después de la batalla de Itá Ybaté escapó y pasó a la Asunción. En la ciudad de Grydoo, en agosto de 1869, escribió en inglés la obra titulada: "Siete años de aventuras en el Paraguay", que fue traducida al español y en donde consta la Tabla de Sangre del General Francisco Isidoro Resquín.

         PETER FREDERICK BLISS: de nacionalidad norteamericana llegó al país el 19 de marzo de 1863. Además de actuar como farmacéutico, actuó de médico.

         DR. DOMINGO PARODI: De nacionalidad italiana, llegó al país en el año 1865. Médico, químico y botánico. Es autor de una obra sobre "La Flora Paraguaya". Acompañó al Mariscal en la cruenta campaña de la guerra; era su amigo y colaborador. Además de orador, era un excelente fotógrafo. En el Campamento de Azcurra, cuando llegó herido el entonces Mayor Patricio Escobar después del horrendo pasaje del Ypecuá, insondable estero -le sacó una fotografía, a pedido del Mariscal, y el último retrato del Mariscal se debe a su arte. Su hijo Enrique D. Parodi, también intelectual, fundó y dirigió la "Revista del Paraguay". El Dr. Domingo Parodi fue colaborador de la Revista "Aurora", juntamente con el poeta guaireño y cronista de la guerra, Natalicio de María Talavera.
         Después de la batalla y caída de Piribebuy, el Mariscal López en su retirada, de paso por Caacupé ordenó al Dr. Parodi que los heridos y enfermos que sumaban 1.237, quedasen a su cargo, y que cuando llegasen los aliados tratara de convenir con ellos la manutención de los enfermos hasta que fueran dados de alta, y se retirasen a sus hogares". El Mariscal hizo entrega al Dr. Parodi la suma de 40.000 pesos en moneda de plata y oro, más la cantidad de 100.000 pesos en billetes.

MÉDICOS Y PRACTICANTES NACIONALES

         JUAN VICENTE ESTIGARRIBIA: Oriundo de Villa Rica del Espíritu Santo; que fue médico del Supremo Dictador y a cuyo cuidado falleció el 20 de septiembre de 1840. Actuó como cirujano de tropas antes de la llegada de los médicos ingleses contratados. En el año 1865, prestó valiosos y humanitarios servicios durante la epidemia de sarampión.
         Juan Vicente Estigarribia se retiró del servicio en fecha 18 de agosto de 1865, con una pensión vitalicia que le acordó el gobierno, como "al más antiguo médico y cirujano de tropas". En el año 1858 publicó: "Vocabulario en varios idiomas de algunas plantas medicinales" y "Resumen de una instrucción metódica para curar algunas enfermedades endémicas". Había reingresado en el ejército para prestar nuevamente servicios.
         Cuando el Mariscal enfermó en el Cuartel General de Paso Pucú el 7 de noviembre de 1866, fue llamado este médico desde la Asunción. Se embarcó a bordo del "Olimpo", con destino a Humaitá el 14 del mismo mes para atender la salud del Mariscal, a su especial pedido. Las crónicas no detallan la enfermedad del Mariscal; pero algunos decían que había sufrido del corazón como consecuencia de la inmensa contrariedad que le había producido la solución del incidente de la Cañonera "Shamokin". En cambio el Dr. Stewart recuerda en sus memorias: "Rara vez se hallaba en buena salud por motivo del estado séptico de la boca, que le ocasionaba la autoinfección y continua dispepsia". El 18 de noviembre, el Mariscal se había restablecido completamente, según la crónica de "El Semanario".
         Juan Vicente Estigarribia murió en Ajos en el año 1869 a la avanzada edad de 91 años. Cuando el Mariscal López supo el fallecimiento, desde su Cuartel General de Azcurra, decretó la erección de un monumento a su memoria por sus valiosos y patrióticos servicios prestado a la Patria en la época de paz y de guerra, y por sus relevantes virtudes ciudadanas.
         Antes de fallecer dictó su testamento ante el Juez en lo Civil de la Asunción, dictada el 29 de noviembre de 1850; siendo herederos: hermanos, Juan Antonio, María Dolores, Pedro Pablo, María Mazarena, todos de apellido Estigarribia, y, a su discípulo José Joaquín Estigarribia, José Antonio Bordón, a su sobrino José Gaspar Estigarribia y a otro sobrino José María Estigarribia. Declara y nombra albaceas a su hermano Juan Antonio y a su discípulo José Joaquín Estigarribia; al mismo tiempo declara ser hijo natural de la finada María Bárbara Borja. Firman como testigos: Don Saturnino Haedo, Don Manuel Gómez de la Fuente y Don Guillermo Sosa.
         El Centro de Salud Nº 3 sito en la calle Colón y Humaitá por Resolución del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, lleva su nombre.
         ESTEBAN GOROSTIAGA: Nacido en la Asunción el 3 de agosto de 1844. A los 18 años pasó del Colegio del Seminario al Hospital de Caridad, en carácter de practicante. Se formó al lado del Dr. Stewart, y sentó plaza en las filas del ejército como practicante del Cuerpo de Sanidad Militar. Ocupó el cargo de Director del Hospital de Sangre de la Plaza de Piribebuy, y aquí, el 12 de agosto de 1869, gracias a su heroica actuación, y por su patriotismo y abnegación pudo salvar numerosos heridos y enfermos, como convalecientes, de aquel dantesco incendio del hospital, ordenado por el Conde D'Eu, en represalia de la muerte del General Manuel Mena Barreto. Actuaron también a su lado los médicos Lucas Quevedo y Wenceslao Velilla.
         Esteban Gorostiaga conquistando grados, como premio a sus actuaciones, conquistó el grado de Teniente. En el Hospital de Sangre de Piribebuy, antes de desarrollarse la sangrienta y cruel batalla, llegó con varias heridas el Teniente Guillermo González, compañero del Mayor Patricio Escobar en el pasaje del Ypecuá, y fue atendido por Esteban Gorostiaga, quien junto con el Dr. Skiner y Wenceslao Velilla lo operaron.
         Esteban Gorostiaga sobrevivió a la gran hecatombe gloriosa y en el Segundo Período Constitucional presidido por el Presidente don Juan Bautista Gill recibió su ascenso al grado de Capitán Honorario y Cirujano de Primera Clase, despacho refrendado por el Ministro de Guerra y Marina, General Patricio Escobar, el 22 de diciembre de 1874. Murió en Villarrica en el año 1893 asesinado, era el padre de nuestro distinguido Profesor de Urología de la Facultad de Ciencias Médicas Dr. Rufino Gorostiaga.

         WENCESLAO VELILLA: Teniente de Cirugía durante el curso de la guerra, llegó hasta el grado de Capitán. El 22 de julio de 1866 fue condecorado con la "Orden Nacional del Mérito" en el grado de Caballero. Se desempeñó en el Hospital de Mujeres, ubicado en Santísima Trinidad. Cuando el Dr. Rhyand enfermó gravemente en la Asunción, fue atendido por orden del Mariscal por Wenceslao Velilla y Domingo Parodi.
         Durante la epidemia de la viruela, Velilla prestó invalorables servicios atendiendo a enfermos y vacunando, con las vacunas que él mismo las preparaba, y decía "la recolección en las ubres de las vacas del grano conocido con el nombre de vacuna, que debía ser remitido, entre vidriecitos".
         Cuando la aparición de la epidemia del cólera, fue nombrada una Comisión Especial, integrada por Wenceslao Velilla, Director General de los Hospitales de la Asunción, y los doctores James Rhyand y Domingo Parodi, que elaboraron un plan para impedir la propagación del flagelo de Ganges, plan que fue elevado a consideración del Sargento Mayor Juan Fernández, Encargado del Despacho del Ministerio de Guerra y Marina. Las cláusulas de dicho plan eran las siguientes:
         1º - Se establecerá un cementerio especial para los que fallezcan de la epidemia.
         2º - Se prohibirá la inhumación de cadáveres en mausoleos.
         3º - Es prudente que los cadáveres permanezcan el menor tiempo posible en las casas particulares, y mientras tanto es importante evitar en las mismas, reuniones puramente oficiosas de personas extrañas a la familia del fallecido.
         4º - Conviene establecer en el cementerio un cuarto de depósito en que se dejarán en observación los cadáveres por doce horas cuando menos.
         5º - Para evitar demoras, conviene establecer un depósito de ataúdes o cajones mortuorios.
         6º - Se transportarán al cementerio de epidemia cadáveres que hubieran sido colocados en los mausoleos del cementerio general, y se señalarán los que hayan sido inhumados en la tierra, porque no sean removidos los restos sino después de seis años.
         7º - Es prudente no permitir que se verifiquen en los templos ceremonias religiosas con cuerpos presentes.
         8º - Es rigurosamente necesario que se entierren en hoyos profundos las materias del vómito y diarrea de los atacados de la epidemia, aconsejando su previa desinfección, por medio del sulfato de hierro o alcanfor verde.
         9º - Se ordenará que los recipientes en que llevan a arrojarse las basuras e inmundicias, vayan cubiertos con una gruesa capa de pastos y arena.
         10º - Conviene insistir en el blanqueo de las casas.
         Durante el Gobierno Provisional presidido por Cirilo Antonio Rivarola, Velilla con el grado de Capitán actuó como segundo jefe del Consejo de Medicina e Higiene, dependiente de la Sanidad Militar, cuya dirección ejercía el Dr. Federico Skiner. Son sus descendientes: el desaparecido historiador y publicista don Benjamín Velilla, la señora Josefina Velilla, viuda de nuestro colega y miembro de Tribunal de Honor del "Círculo Paraguayo de Médicos", Dr. Telmo Aquino, desaparecido, y la Licenciada Julia Velilla de Arréllaga. Así mismo el Director General de la Sanidad Militar de las FF.AA. General médico Dr. Tito Velilla.

         FRANCISCO CAMPOS: Nació en San José de los Arroyos en el año 1848, descendiente de las más antiguas y distinguidas familias. Fueron sus padres don José Domingo Campos y doña Juana Antonia Dávalos; ésta era nieta del Dr. José Dávalos y Peralta, criollo paraguayo que formó parte de las expediciones que se realizaron en el siglo XVIII a través del Gran Chaco Paraguayo, y fue a establecerse en la ciudad de los Virreyes (Lima-Perú), en cuya Universidad cursó sus estudios universitarios y donde obtuvo el título de doctor en medicina.
         Regresó al Paraguay a fines del mencionado siglo, con una familia numerosa, después de haber ganado en concurso de méritos una cátedra en el Colegio "Santo Domingo", de Lima. José Dávalos y Peralta fue el primer médico paraguayo. Vale la pena, como conocimiento de la cultura general y médica, transcribir lo que el distinguido publicista desaparecido Carlos R. Centurión dice, en el tomo primero de su obra "Historia de la Cultura Paraguaya" en la página 157; "JOSE DAVALOS y PERALTA, nació en la Asunción en fecha aún no precisada. Cursó estudios de medicina en la Universidad Real y Pontificia de San Marcos de Lima. Egresó con el diploma de Licenciado, juntamente con diez compañeros, en 1689, integrando así el primer grupo de los académicos en medicina laureados en la América meridional. Seis años después, y previos los ejercicios profesionales en el Hospital de Santa Ana, de la capital peruana, se le otorgó el título de doctor, el 8 de octubre de 1695.
         El Dr. Dávalos y Peralta fue posteriormente profesor de la Facultad donde se graduó, cátedra ganada en concurso de oposición. La desempeñó hasta 1708, año en el cual regresó al Paraguay. En la Asunción organizó el Hospital de Santa Lucía, el primero conocido en nuestro país, y fue médico de los conventos de La Merced, San Francisco y Santo Domingo, así como "de gobierno" con Juan Bazán de Pedraza, Diego de los Reyes Balmaceda y José de Antequera y Castro. Este último le concedió una encomienda de indios mitayos, "en mérito" -decía la resolución- de sus largos y relevantes servicios al Rey y al bien público de esta Provincia. Falleció en la Asunción en 1730 o 1731".
         Los esposos Campos-Dávalos tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres; siete de aquéllos sucumbieron en la guerra grande y el único sobreviviente fue Francisco, el benjamín de la familia. Francisco Campos cursó sus estudios en el Colegio Seminario de la Capital, y cuando estalló la guerra apenas tenía 15 años; sentó plaza en las filas del ejército juntamente con un esclavo de su casa. Fue destinado al Cuerpo de la Sanidad Militar, donde prestó servicios como Practicante de Cirugía. Poco tiempo después ascendió a Teniente de Cirugía, y desde ese momento fue afectado sucesivamente a diversos regimientos. Posteriormente fue ascendido a Cirujano de Tercera, ascenso que recibió de manos del Mariscal en el Campamento de Azcurra.
         El 13 de octubre de 1867 fue designado Practicante Cirujano de la Fundición de Ybycuí, establecimiento que entonces funcionaba a las órdenes del Capitán Julián Insfrán -padre del Dr. Facundo Insfrán y que dejó numerosos descendientes- cito sólo a nuestro ex-profesor de Higiene y Epidemiología Dr. José V. Insfrán. Cuando al asalto a este establecimiento siderúrgico por las tropas del coronel uruguayo Hipólito Coronado; el Capitán Insfrán lo designó a Campos para ir a llevar el parte al Mariscal en Valenzuela, informando de la aproximación del enemigo a ese establecimiento. El Capitán Insfrán fue degollado por las fuerzas atacantes después de haber caído prisionero con los demás oficiales.
         Francisco Campos, hubo de seguir su suerte en el curso de la contienda bélica, y en la sangrienta batalla de Piribebuy, librada el 12 de agosto de 1869, recibió dos lanzazos, uno en la cabeza y el otro en el pecho, ambos de gravedad, y hubo de ser muerto de otro lanzazo que le dirigió un negro, pero se interpuso su fiel esclavo, quien recibió la herida mortal de la lanza. Así, gravemente herido, quedó prisionero en poder de los brasileños. Con pena y lágrimas en los ojos contempló el incendio del Hospital de Sangre de Piribebuy, cuyo director como dijimos era Esteban Gorostiaga. Un soldado brasileño, que vio la extrema gravedad de sus heridas que seguían manando abundante sangre, movido por humana compasión, le entregó su montado, y así le dio escapada. Se presentó al Mariscal, quien inmediatamente ordenó que se le curasen las heridas, pero lo trató de cobarde; Campos pidió permiso a su Jefe Máximo para hablar y concedido, le dijo: -"Porque no soy cobarde, herido me escapé, y me presento para seguir matando a los camba". Dicho esto, el Mariscal sonriente, le invitó a sentarse a su mesa, departió con él amablemente y la concedió el ascenso a Cirujano Mayor. Desde aquel momento acompañó al resto del glorioso ejército, hasta el Sagrado Altar del Sacrificio Supremo: CERRO CORA.
         Terminada la lucha Francisco Campos bajó a la Capital, como prisionero de guerra. En la era constitucional llegó a ocupar cargos en la Administración Pública, fue Senador de la Nación, Convencional del 70, por su pueblo natal San José de los Arroyos, y vivía en la casa que hasta hoy se conserva en la esquina de las Calles Villarrica (hoy Presidente Franco) y 25 de Noviembre (hoy Nuestra Señora de la Asunción). Don Francisco falleció en la Asunción el 12 de marzo de 1931 a la edad de 85 años, y sus descendientes honran su prosapia y su apellido. El Senador Nacional y Profesor Dr. Rafael Eladio Velázquez es su nieto, hijo de doña Elsa Campos Vda. de Velásquez que aún vive.
 
         CIRILO SOLALINDE: Es el más interesante de los médicos nacionales. Nació en la Asunción el 28 de enero de 1832. En el año 1855 fue enrolado en el ejército, contaba apenas 22 años. Prestó servicios en el Cuerpo de la Sanidad de Humaitá como farmacéutico, y, en 1858 fue trasladado con la designación de Practicante de medicina y ascendido a Alférez, a la Escuela de Medicina en Humaitá, dirigida por los médicos ingleses.
         En 1862 fue nombrado Director del Hospital Militar de la Capital. En el mismo año se lo designó como médico del cañonero "Tacuarí" para la expedición a Montevideo. De regreso ocupó nuevamente su cargo de Director del Hospital. Hizo toda la campaña de Corrientes, como médico de la expedición y en 1866 fue ascendido al grado de Teniente, y el Mariscal lo hizo su médico personal. Cuando en el año l.867 apareció el cólera en las filas de nuestro ejército, cayó enfermo el Mariscal en el Cuartel General de Paso Pucú, y al respecto escribe Crisóstomo Centurión: "El agua cruda, como se sabe, es un veneno para esa enfermedad, siendo por otro lado uno de los síntomas característicos de ella, la sed devoradora. Por esta circunstancia, los médicos prohibían en absoluto a los atacados que tomaran un trago de agua, porque el que la bebía no se escapaba de la muerte.
         "El Mariscal, desesperado por la sed, no pudo contenerse más, y en un momento de descuido del facultativo que le asistía (Cirilo Solalinde), agarró una cantarilla de agua que había sobre la mesa, llevándola rápidamente a la boca; pero el médico lo vio y se la arrebató de las manos con violencia. El Mariscal, furioso, le increpó duramente al discípulo de Galeno. El Sr. Obispo (Palacios), que se encontraba en la pieza contigua, al oír la voz del Mariscal, entró precipitadamente en la pieza que ocupaba éste; y empezó a hacer severos cargos al médico por su crueldad en privar a S.E. hasta un trago de agua, sin parar mientes en que si la hubiera bebido, en seguida hubiera quedado cadáver.
         "Puede, asegurarse, sin quebranto de la verdad, que el Mariscal esa vez se salvó debido a la honradez y fidelidad del médico suyo, cuyas virtudes, sin dejar de constituir para éste un mérito personal…"
         El Mariscal, luego de recuperar la salud, y en mérito de los servicios profesionales prestados le otorgó la condecoración de la "Orden Nacional del Mérito" en el grado de Caballero. En Lomas Valentinas ascendió al grado de Capitán, en Cerro león recibió su ascenso al grado de Sargento Mayor y en el Cuartel General de San Estanislao fue ascendido a Teniente Coronel y fue nombrado al mismo tiempo Inspector General de la Sanidad del Ejército. Acompañó al Mariscal hasta el Chirigüelo donde cayó prisionero y fue llevado a Río de Janeiro.
         Vuelto al país se casó con la hija de don José Falcón, el Canciller de don Carlos Antonio López, quien redactó el alegato de nuestros derechos sobre la Villa Occidental. Ocupó cargos públicos elevados: Diputado, Senador, fue Convencional del 70, y Secretario de la Convención. Falleció en esta capital el 10 de enero de 1923 a los 91 años de edad y vivía en la casa de la Calle General Díaz entre las de Chile y Nuestra Señora de la Asunción, donde un tiempo estuvo la Florería "Boheme". Dejó descendientes: el Dr. Rodrigo Solalinde que fue diputado nacional, era su hijo.

         JUAN BAUTISTA GILL: Cuando joven fue a Buenos Aires a proseguir sus estudios secundarios y después estudió medicina en el año 1854. Cuando estalló la guerra revistó en el Batallón 40 y por su preparación y conocimientos del ramo pasó a la Sanidad Militar, a las órdenes del Dr. Stewart con quien cayó prisionero en Angostura. Terminada la guerra ocupó varios cargos: Ministro de Hacienda en varios períodos presidenciales, Vicepresidente y Presidente de la República en el período 25 de noviembre de 1874 al 12 de abril de 1877, día en que fue asesinado en la acera de la casa ubicada en Presidente Franco e Independencia Nacional, señalada en aquella época con el Nº 2. Esa casa de dos plantas perteneció al General Vicente Barrios y en ella funcionó mucho tiempo el "Ateneo Paraguayo".

         JUAN GUALBERTO GONZALEZ: Nació en la Asunción el 12 de julio de 1851. Se recibió de bachiller en esta Capital y cuando estalló la guerra sentó plaza en la Sanidad Militar como practicante. En una de  aquellas luchas fue hecho prisionero y siguió prestando servicios en la Sanidad del Ejército aliado. Cuando regresó a la Patria ocupó el cargo de Ministro de Justicia Culto e Instrucción Pública, también el de Hacienda, y en el período del 25 de noviembre de 1890 al 9 de julio de 1894 ocupó la Presidencia de la República.
         Se casó con la educacionista Rosa Peña, hija de de Manuel Pedro de lo Peña. A esta notable educacionista, Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone llama: "Madre de la educación Paraguaya" y, Carlos R. Centurión: "Sacerdotisa de la Enseñanza". Una calle corta antes de la calle Perú, entre las de España y Río de Janeiro lleva el nombre de esta formadora de la educación paraguaya. Don Juan Gualberto González falleció en la Asunción el 20 de julio de 1912.

         JUAN B. EGUSQUIZA: Actuó como practicante en la guerra; llegó hasta el grado de Capitán. Terminada la contienda ocupó los cargos de Ministro del Interior y de Guerra y Marina, y la presidencia de la República en el período de 25 de noviembre de 1894 al 25 de noviembre de 1898. Falleció en la Asunción el 25 de junio de 1902.

         JUAN BAUTISTA GAONA: Nació en la Asunción el 29 de junio de 1845; fueron sus padres: Juan Pablo Gaona, del protomedicato paraguayo, y de doña Pastora Figueredo. Actuó en la Sanidad Militar juntamente con su hermano Lorenzo. El General José Eduvigis Díaz que hacía rato no visitaba los hospitales de sangre, luego de la batalla de Tuyutí -24 de mayo de 1866- se dirigió a uno de esos hospitales. Fue recibido por el Dr. Stewart, Jefe de la Sanidad, con quien se encontraban los practicantes con cargos de médicos: Juan B. Gill y Juan Bautista Gaona. Acto seguido preguntó el Héroe de Curupayty con la severidad que le caracterizaba: cómo se encontraban los enfermos y los heridos, y Stewart, contestó: -que ninguno estaba atendido ni medicado por falta de elementos. Disgustado el General, ordenó que al Jefe se le dieran veinte azotes, a los médicos quince, y a los practicantes diez; es decir un castigo de azotes en orden descendente jerárquicamente. Al día siguiente, por orden del mismo General, el Dr. Stewart preparó unas píldoras de "typyraty" y se las dio a todos los enfermos y heridos, y a los que posteriormente fueron ingresando en el Hospital. ¡Hemoterapia!, pregunto yo, ideada por el valiente hijo de Pirayú. Esta anécdota fue relatada por Juan Bautista Gill Aguinaga, nieto de don Juan Bautista Gill y corroborada a mí por don Severiano Zubizarreta, quien se casó con una hija de Juan Bautista Gaona: Cristina. Los castigos eran severísimos para con los de la Sanidad. Así se lee en las Memorias del General Francisco Isidoro Resquín, que firmó el cumplimiento del castigo: "De orden suprema castíguese con cincuenta palos en cuadro al practicante Felipe Talavera y désele de alta en el Batallón 40, a servir en clase de soldado".
         Juan B. Gaona fue hecho prisionero por los brasileños y conducido a Río de Janeiro, de donde posteriormente consiguió trasladarse a Buenos Aires, donde tenía parientes. Terminada la guerra regresó a la Asunción y ocupó cargos de Ministro de Hacienda y Presidente de la República desde el 19 de diciembre de 1904 hasta el 12 de diciembre de 1905. Falleció en esta capital el 17 de mayo de 1932, y vivía en la casa de la calle Oliva entre las de Chile y Alberdi, casa que fue demolida hace poco y en donde actualmente funciona una playa de estacionamiento de vehículos. Su descendiente es el Profesor Dr. Ramón Giménez Gaona.
         Caso curioso: los practicantes, Juan B. Gill, Juan G. González, Juan B. Egusquiza y Juan B. Gaona, los cuatro con el nombre de Juan, llegaron a desempeñar la presidencia de la República en la postguerra.

         JUAN CRISOSTOMO RUIZ: Actuó desde el comienzo de la guerra y murió en la batalla de Acosta Ñú cuando prodigaba atenciones a los heridos y niños mártires quemados, como resultado de las bárbaras órdenes del Conde D'Eu, yerno del Emperador Pedro II, para el incendio de dicho campo de batalla. Entre los niños salvados del incendio se encontraba Emilio Aceval, que fue conducido prisionero a Río de Janeiro y en la postguerra llegó a ocupar la presidencia de la República.

         JUAN ANSELMO PATIÑO: Oriundo de San Lorenzo del Campo Grande, padre del que fuera el probo Juez don Nicanor Patiño. Actuó como practicante de cirugía. Acompañó al Coronel Valois Rivarola, herido de gravedad en las batallas de Avay y Lomas Valentinas. Patiño lo condujo en una carreta con destino al Campamento de Cerro León para su atención en el Hospital de Sangre. En la misma carreta iba el Coronel José Manuel Montiel, a quien le practicó las primeras curaciones el practicante Gaspar Centurión. En el trayecto en la noche del 25 de diciembre de 1868, en el lugar denominado "Encrucijada" sito entre Paraguarí y Cerro León, al cruzar la vía férrea, y en el momento de dar un barquinazo la carreta, murió el héroe legendario, a quien el poeta mexicano Juan de Dios Peza lo llamó el "jinete alado y fiero" en su hermoso canto al Paraguay, dedicado al Dr. Cecilio Báez.

         JULIAN VALIENTE: Comenzó de practicante cirujano, y llegó hasta Cerro Corá con el grado de Sargento Mayor; salvó del drama, hecho prisionero enviado a Río de Janeiro, regresó después al Paraguay.

         GASPAR CENTURIÓN: Nació el 6 de enero de 1843 en Santísima trinidad, en un antiguo caserón de uno de sus antepasados: don Juan Valeriano Zevallos. Ter minado sus estudios primarios, ingresó en la capital en el Aula de Filosofía dirigida por el Padre Fidel Maíz. De aquí los estudiantes de más edad fueron destinados a diferentes servicios: unos en el ejército, otros en la Sanidad, Centurión fue destinado al Cuerpo de Cirujanos, donde se formó al lado de los doctores Stewart y Skiner. Comenzó a actuar en los hospitales de sangre y en los puestos improvisados; así actuó en Paso Espinillo, como combatiente ayudante del Coronel Luis González. De aquí fue evacuado a Paso Pucú, por haber recibido una herida en la pierna derecha, como también fue herido su jefe el Coronel González. Dedicó unos días de atención permanente y personal al Coronel, de su herida, pues él ya estaba restablecido. Y, un día, cuando el Mariscal estuvo a visitar al Coronel González, llegó Centurión, y, al verlo, el Mariscal, dirigiéndose a González le dijo: -"Aquí llega su doctor, quien va a dejarle listo para otra refriega con los negros".
         Como combatiente actuó también Gaspar Centurión en el asalto a Tuyutí -3 de noviembre de 1867-. En Acosta Nú, 16 de agosto de 1.869, batalla en la cual recibió una herida en la pierna izquierda. A este respecto dice en sus Memorias: "Recibí allí, ya tarde, poco antes de la retirada, una bala de fusil en la pierna izquierda. Pude llegar hasta un arroyito, en cuya costa encontré a centenares de compañeros lavándose cada uno sus heridas. Era la única medicina del momento. Ya en la retirada y en las proximidades de Caraguatay, dice: "Durante la noche, y a la luz de una fogata, Rojas (su ordenanza) me ayudó, y me cortó con un cuchillo la piel de la pierna herida, para sacar la bala que había quedado casi a flor. Vendéme como pude, y al clarear el día nos juntamos con el grueso de la tropa que seguía viaje con rumbo que nadie sabía ni averiguaba".
         En la marcha al norte prestó servicios en una división de vanguardia, en Santa Rosa de Carimbatay, a las órdenes del Coronel Rosendo Romero. Llegó con esta división a las cercanías de Cerro Corá, con el grado de Sargento Mayor; sobrevivió al drama desarrollado el 1° de marzo de 1870. En la posguerra ocupó cargos, como jefe de una Sección del Hospital, y fue diputado, y varias veces Presidente de la Cámara de Diputados. Sus memorias fueron publicadas en un librito titulado: "Recuerdos de la Guerra del Paraguay" publicado en el año 1931. Editorial Ariel. Asunción. Falleció en esta Capital en el año 1898.

         CAPITÁN IGNACIO ALVISO: Oriundo de Paraguarí. Se formó en la Escuela de Medicina de Humaitá, al lado de los doctores Stewart y Skiner, actuó en toda la campaña guerrera como cirujano y llegó hasta Cerro Corá, sobrevivió a la espantosa tragedia. Regresó a la capital, donde formó su cristiano hogar y dejó descendientes. Su hijo del mismo nombre vive aún en esta Capital, bastante anciano. El Dr. Odontólogo Alcibiades Manuel E. Alviso, así como el Dr. Miguel Ángel Alviso son sus descendientes.

         JUSTO PASTOR CANDIA: Oriundo de Villa del Pilar. Se inició en la Escuela de Medicina de Humaitá que funcionaba bajo la dirección de los doctores: Stewart y Federico Skiner. Actuó como cirujano de tropas, realizó toda la campaña guerrera, cayó prisionero y fue llevado a Río de Janeiro. A su regreso al país, reingresó en la Sanidad Militar, ostentando el grado de Coronel de Sanidad, y ocupó por mucho tiempo la dirección del Hospital Militar Central y la dirección General de la Sanidad Militar de las F.F. A.A. de la Nación, cargo con que culminó su brillante carrera de sanitario. Falleció en esta capital.

         CIRILO ANTONIO RIVAROLA: En los comienzos de la contienda bélica actuó en la Sanidad como practicante. Como combatiente y con el grado de sargento actuó en las batallas de Ytororó y Avay, cayendo prisionero, logró escaparse con otros compañeros y en Lomas Valentinas se presentó al Mariscal. Actuó como practicante en la Fundición de Ybycuí, de donde pasó a formar parte de la columna del Mayor Cárdenas; de aquí por ciertas faltas pasó en calidad de castigado al Campamento de Cerro León. Aquí realizaba servicios en la Enfermería. Estando en esta parte apareció en los bajos de Azcurra una partida de caballería brasileña que de improviso cayó sobre las tropas paraguayas, tomando a casi todos prisioneros, entre ellos Cirilo Antonio Rivarola el 25 de mayo de 1869. El 15 de agosto de 1869, cuando la capital ya se encontraba ocupada por los aliados, Cirilo Antonio Rivarola formó parte del Gobierno Provisorio -Triunvirato- juntamente con Carlos Loizaga y José Díaz de Bedoya.

         CIRUJANO TÉLLEZ: Actuó en el curso de toda la guerra y fue el que extrajo la bala y curó las heridas agusanadas del Mayor Patricio Escobar en Azcurra, después del pasaje del estero Ypecuá. También citamos a Lorenzo Aquino que era cirujano, y a Roque Céspedes que actuó de cirujano del barco "Salto del Guairá".

         JOSE GASPAR ESTIGARRIBIA: Oriundo de Villarrica, sobrino del médico Vicente Estigarribia. Se formó al lado del Dr. Stewart. Actuó en toda la campaña guerrera en la Sanidad y llegó hasta Cerro Corá, donde el 1º de marzo de 1870 fue lanceado por los brasileños, siendo muerto a pocos metros del cadáver del Mariscal.
         La disposición de la Sanidad Militar para las operaciones del Norte -Invasión a Mato Grosso-que partió de la Asunción el 15 de diciembre de 1864, era la siguiente: para el efectivo que debía operar en el Alto Paraguay, que constaba de 2.400 hombres, había cuatro médicos-cirujanos, 16 asistentes de Hospital y 14 enfermeros. Para Miranda con un efectivo de 1450 hombres, la Sanidad constaba de 4 cirujanos y 16 practicantes de Hospitales, y la tropa destinada a Dorados, con un efectivo de 365 hombres no llevaba ni cirujanos ni asistentes.



MEDICAMENTOS

         En cuanto a los medicamentos recibidos de Europa durante los años 1862,  63, 64 hasta febrero de 1865, se hallan consignados en documentos del Archivo Nacional, con los días y los meses de adquisición por intermedio de los doctores Fox y Barton, y otros llegados de Buenos Aires. Los medicamentos eran comprados por nuestros agentes consulares: Rufo Caminos, Juan José Brizuela, Cándido Bareiro y Félix Egusquiza. En dichas listas se hallan especificadas hasta las vacunas.
         El farmacéutico Mastermann dirigió la siguiente nota en fecha 12 de junio de 1863 al Sr. Ministro de Guerra y Marina, coronel Venancio López: "Excmo. Señor: Tengo el honor de poner presente a V. E. que los mejoramientos en la Botica Central del Hospital Militar son concluidos, hasta el punto que me permiten los recursos a mi disposición. La Botica a mi cargo se halla hoy en estado de suministrar a todas las urgencias del Hospital General, como igualmente a las de los demás Hospitales del Estado.
         "Todos los remedios y la mayor parte de los productos químicos, son preparados o compuestos en la Botica, y salen no solamente más baratos pero también (lo que es de mucho más importancia en la medicina) de una calidad superior y conocida. Cuando el Laboratorio esté provisto de todos sus accesorios, no será preciso comprar más que las drogas y químicos crudos.
         "Se ha levantado un horno en el Laboratorio; y llegando algunos aparatos de Europa, me puedo ofrecer a dar lecciones y dirigir los estudios de una clase de química y Fisiología Natural; teniendo en mi posesión un microscopio de primera clase, lo he aprovechado ya para instruir a los estudiantes en el uso de aquel instrumento que en el día ha tomado una gran importancia en la medicina. Se ha introducido en la Botica un nuevo sistema de fabricar las tinturas que da una economía de 25 % del aguardiente; en el año pasado se han empleado de aguardiente 214 frascos, y de vino 24 frascos solamente para las tinturas, lo que da lugar a efectuar una economía considerable. Hace tiempo que he tratado de sacar aceite de castor, cuando mis ocupaciones me dan lugar para examinar detenidamente las plantas del país. Tengo esperanzas de poder introducir algunas de ellas en reemplazo de las drogas que vienen de Europa. Si a más fuese cuestión de refinar la sal del país, se puede fabricar al mismo tiempo la magnesia y sal de Inglaterra a un precio módico.
         "Igualmente el consumo de aguardiente dará lugar para establecer un alambique cerca de la Botica, que dará un aguardiente superior en la calidad y a un precio más barato que el que recibe hoy el Hospital. Soy de S. E. con toda consideración, su humilde y seguro servidor. G. T. Mastermann. Boticario. Archivo Nacional. Volumen 2278.
         En "El Semanario" apareció un aviso curioso que decía: "MEDICO DR. CARLOS T. NERVKIRK. M. D. Se le hallará a cualquier hora del día, buscándole en la Botica Inglesa, calle de la Palma, N° 21. Desde las 12 a la una de la tarde recibe consulta gratis para los pobres. Además como médico de Policía, administra la vacuna gratis también para todos sin excepción. Y, en el número 615 de "El Semanario" de fecha 3 de mayo de 1866, se lee: "En la Asunción el Dr. Benigno Gutiérrez, médico boliviano, obsequió a los hospitales de un botiquín con 21 artículos medicinales, que son: alcanfor, sulfato de quinina, calomelano, ipecuana, álcali volátil, ácido sulfúrico, éter sulfuroso, laúdano, opio en bruto, áloe sacotrino, sal de Saturno, vitriolo, sulfato de cobre, sulfato de zinc, emplastos de rana, cardenillo, precipitado rojo, sal de Inglaterra, maná, sublimado corrosivo y sangre de dragón".
         Ahora, una especial mención para la fabricación del hielo, y que llegaba a Humaitá en menos de 48 horas con los barcos de la Armada. Febrero de 1867. "Notable aporte para la atención de heridos y enfermos en los hospitales era la fábrica de hielo que comenzó a funcionar en la ciudad de la Asunción bajo la dirección de su propietario el doctor Domingo Parodi. No solamente proveía de hielo a los hospitales de la Asunción, sino también a los de Paso Pucú, hasta donde se enviaba el producto a razón de cinco cajones por día. El doctor Parodi no aceptó retribución por este servicio, diciendo al Ministerio de Guerra y Marina que "mucho debe al Estado y que mediante el auxilio que ha recibido ha podido levantar el establecimiento que tiene". Solamente admitió dos inválidos y seis peones para el servicio de las máquinas.


ESCUELAS DE MEDICINA

         En Humaitá, durante el gobierno de don Carlos Antonio López, se estableció la Escuela de Medicina, en razón de que entonces, el campamento más importante de nuestro país se encontraba en Paso de La Patria, donde llegaron a revistar 12.000 hombres. Desde esa época existió allí un Hospital Militar, que continuó siendo el principal, hasta producida la desocupación de Corrientes, por nuestras tropas. El edificio de la Escuela de Aplicación, como también se denominaba, estaba próximo al del Hospital, y se lo conocía con el nombre de "Casa de los Médicos", y allí se mantenía, día y noche, todos los estudiantes. Se escogían entre los que sabían leer y escribir correctamente, para desempeñar los cargos de practicantes, los que después de demostrar contracción a la carrera, vocación y laboriosidad, eran nombrados cirujanos. Figuran entre ellos: Justo Pastor Candia, Francisco Galeano, Marcelo Faría, Domingo Vásquez, Francisco Ferreira, Bernardo Carvallo, Benito Franco, Felipe Talavera, Justo Pastor Fretes. Entre los estudiantes citaremos a Carlos Céspedes, Pascual Toledo, Zoilo González, Anselmo Aquino, Lorenzo González, Manuel Morales, De la Cruz Armoa, Pablo Palacio, Gabriel Cabrera, Patrocinio Cáceres, Fermín Melgarejo, Baldomero Franco González, Bautista Ria, Vicente Villalba, Ceferino Brítez, Rafael Echagüe, Ramón Pereira, Miguel Marecos, Clemente Giménez, Blas Máximo Ríos, Pastor Marín, Félix Quiñónez, Blas Rosa, Miguel Samaniego, Antonio Fabio y Daniel Roa. Total 36 estudiantes.
         Cabe señalar que el 6 de junio de 1864, se le hicieron pedidos al Encargado de Negocios en París, Cándido Bareiro de algunas obras de medicina y cirugía en castellano para estudios de los practicantes.


HOSPITALES

         En Luque en el año 1861 en una casa colonial, donde después funcionó una escuela y que se conocía con el nombre de "Escuela Vieja", funcionaba el Hospital Militar de Luque, que recibía elementos y medicamentos del Cuartel del Hospital Militar de la Asunción a cargo del Dr. Stewart. Esta casa que tenía 42 varas de frente por 50 de fondo fue demolida allá por el año 1930.
         A partir del año 1866, y dadas las necesidades de la guerra, comenzaron a funcionar en la Asunción los hospitales militares.
         Ya hemos mencionado que en la época de don Carlos Antonio López se estableció el Hospital Militar de Humaitá. Cuando las luchas en la Campaña del Sur, el Hospital de Humaitá trabajó intensamente bajo la dirección del Dr. Stewart que actuaba de clínico, y el Dr. F. Skiner que era el cirujano, ayudados por los médicos, cirujanos y practicantes nacionales. El Teniente Honorario Miguel Rojas actuó como Director del Hospital Militar de Humaitá en el año 1866. Desde el Hospital de Humaitá se evacuaban los enfermos y heridos a los hospitales de la Asunción. El Hospital Militar de Humaitá fue clausurado cuando se abandonó la Fortaleza de Humaitá el 24 de julio de 1868. En el Cuartel General de Paso Pucú -Cuadrilátero- funcionaba también un hospital de sangre.
         El 24 de julio de 1866, el Mariscal luego de los festejos del día de su onomástico visitó los hospitales de sangre de Paso Pucú y de Humaitá, y premió con ascensos la abnegada actuación de los médicos y enfermeros militares. Fue conferido el grado de Cirujano de 1ª. Clase a don Cirilo Solalinde, y recibió la condecoración de Caballero de la "Orden Nacional del Mérito", y de Alféreces Honorarios a los practicantes Pío Brítez, Esteban Gorostiaga, José María Castillo, Pedro Duarte, Lázaro Quevedo, Lorenzo Giménez y Julián Quevedo.
         Cuando la concentración en los centros indicados para ello, se establecieron Hospitales en la Asunción, Cerro León, Concepción, Villarrica y Encarnación. Comenzaba la contienda bélica, el Campamento de Cerro León fue convertido en Hospital de enfermos y convalecientes que eran remitidos de la Capital. "El Fuerte de San Carlos" a orillas del Río Apa fue tomado como base por las tropas paraguayas invasoras de Mato Grosso; San Carlos se convirtió entonces en centro de abastecimiento de las tropas y Hospital para enfermos y heridos. Otro hospital fue habilitado en Corumbá.
         También durante la expedición a Uruguayana se establecieron hospitales en aquellos lejanos lugares. En el año 1863 fue creado en Concepción un Hospital, con cargo de atender a los del Campamento de Bella Vista, y afines de 1864, cuando las tropas paraguayas invadieron Mato Grosso fueron evacuados a este Hospital los heridos y enfermos. En la Fundición de Ybycuí también funcionó un pequeño Hospital, de cuyos médicos hemos ya hablado.

HOSPITALES DE LA ASUNCIÓN

         Desde fines de la época colonial existió un Hospital, conocido con el nombre de "Hospital Potrero", que continuó en la época del Supremo que hizo instalar en sus inmediaciones, hacia el arroyo Jardín, un Cuartel de Caballería, conocido con el nombre de Cuartel del Hospital, ocupado por el Regimiento de Caballería, designado con el nombre de "Los Colorados", por el uniforme rojo que usaban. El Hospital Militar Central se hallaba ubicado en el mismo lugar o sea en la misma manzana que ocupa actualmente, formada por las calles General Díaz, Don Bosco, Guillermo Arias (antes Estero Bellaco) y Humaitá. En la actualidad existen aún en los fondos, cuadras coloniales de aquella época. Un techo de esas cuadras fue construido por el Arquitecto italiano Alejandro Ravizza, así como el Obelisco, ya desaparecido y del cual únicamente queda la base, que está intacta, con esta inscripción: Hospital - Asunción, 1866; pero cuando se construyó dicho Obelisco, por el citado Arquitecto, llevaba, además del año de la inscripción, estas palabras: "Hospital Potrero". Cuando la ocupación de la Capital por los aliados, la dirección del mismo hospital la ejerció el Mayor de Sanidad argentino Cirujano Dr. Miguel Gallegos.
         Antes de la guerra, en Santísima Trinidad, en el edificio de la casa baja del Jardín Botánico, hoy ocupado por el Museo, funcionaba el "Hospital de Caridad". Después de la retirada de San Fernando, y preparando la Campaña de Pikysyry, la iglesia de Villeta fue habilitada como Hospital de Sangre, y en él fueron atendidos los heridos de Ytororó, Avay, Itá Ybaté y Lomas Valentinas.

         HOSPITAL DE SAN FRANCISCO: Se estableció en el edificio que ocupaba el Convento de San Francisco hasta el año 1824. Desde entonces fue convertido en Cuartel de Infantería. Se hallaba ubicado en la calle Iturbe, 25 de Mayo, Eligio Ayala y México.

         HOSPITAL DEL ESTANCO: Se estableció en la estación del FerroCarril "San Francisco" -hoy "Carlos Antonio López"- y todas sus dependencias. Después de la batalla del 24 de mayo de 1866, se resolvió trasladar a la Asunción una gran parte de los heridos, habilitándose para el efecto el edificio del antiguo Colegio Nacional -desaparecido- que se hallaba ubicado en la calle Eligio Ayala entre las de Yegros e Iturbe. -Convento "La Merced"- el 28 de mayo de 1866, siendo su director el Dr. Santos y allí ingresaron 83 heridos de la campaña de Corrientes. El Convento de Las Mercedes se hallaba ubicado en la manzana que hoy ocupa el Hotel "Guaraní".
         También fueron habilitados como hospitales de sangre, la casa del Coronel Venancio López, Estrella y Colón, actual "Asunción Palace". En el número de "El Semanario" del 14 de mayo de 1866, se lee: "La residencia particular del Mariscal López en la Asunción, se convierte, por orden del mismo, en hospital militar, para la atención de heridos de las últimas acciones. Son alojados en la misma 34 oficiales, 64 sargentos, cabos y soldados, elegidos entre quienes más heroica actuación tuvieron en los combates de Purutué, Fluvial y Estero Bellaco. La casa se hallaba ubicada en la calle Palma y Nuestra Señora de la Asunción (antes 25 de Noviembre), ocupada después por la Armería Otto Zinner, en la manzana del Panteón Nacional de los Héroes.
         El Club Nacional de la Asunción, edificio que se hallaba ubicado en la calle Palma entre las de Alberdi y Chile. Su frente daba sobre la primera calle nombrada y en la entrada al edificio ostentaba un escudo nacional hecho a mano con mezcla de cal y portland. Posteriormente estuvo ocupado por el Tribunal de Jurados -Tribunal-í - y ahora allí está ubicado el hermoso edificio del Banco de la Nación Argentina.
         Cuando el cortejo fúnebre del valiente General José Eduvigis Días arribó por la calle de la estación, los heridos alojados en dicho improvisado hospital, pidieron un alto del sagrado cortejo, y estos heridos, algunos lisiados, otros amputados, apoyados en las puertas y ventanas contemplaron con lágrimas la caja funeraria que contenía el cadáver del coloso hijo de Pirayú. Así, estos gloriosos heridos que en su mayoría habían actuado a sus órdenes en las acciones de Corrales, Purutué, Fluvial, Garzape, Estero Bellaco, Tuyutí, Boquerón y Curupayty, rindieron su postrer homenaje al llorado jefe y elevaron sus oraciones por su alma. Del hospital de Caacupé ya nos hemos ocupado, así como del de Piribebuy.


ENFERMERAS

         De la Capital, en la Parroquia de la Catedral, citamos a: Casiana Decoud, Dolores Angela Ayala, Concepción Espínola, De los Ángeles Romero, Dolores Cáceres, Bonifacia Almirón, Francisca Acosta, Francisca Sosa, Raimunda Pérez, Juana Duarte, Basilia Acosta, Dolores Ibarra, Lucía Torres, Josefina Antonia Mendoza, Bienvenida Cáceres, Del Carmen Vázquez, Candelaria Durán, Petrona Encina, Magdalena Gayoso, María Soto, Dolores Caballero, María Antonia Domínguez, Candelaria Valiente, Leona Soria, Carlota Mendoza, Trifona Caballero, Serapia Gill, Claudia Benítez, Antonia Moreno, Brígida Marecos, Ignacia Gómez, De los Ángeles López, Dolores Fernández, Teodora Mongelós, Aniceta Acevedo, De los Ángeles Silva, Petrona Amarilla, Germana Riquelme, Teodora Bogado, Dejesús Alfaro, María Ana Benítez, Emeteria Cañete, Eufrasia Castillo y Micaela Samaniego. Total 44.

         Parroquia de la Encarnación: Juana Cañete, Natividad Gill, Juana María Céspedes, Juana Villalba, Candelaria Morales, Felipa Ramos, Del Carmen Olmedo, Escolástica Balbuena, De Los Ángeles García, Hermenegilda Pereira, Manuela Ganzó, Gertrudis Arce, Tomasa González, Facunda Verdún, María Salinas, Juana Romero, Josefa Arce, Magdalena Ruis Días, Andreza Aquino, Benita Santos, Juana Beatriz Ramírez, Cándida Sánchez, Pascuala Vera, Polonia Serrano, Brígida González, Bernarda Oliva, Estanislaa Encina, Rosalía Mongelós, Pascuala Echagüe, Rosa Isabel Frutos, Patrocinia Mongelós, Tomasa Medina, Salvadora Encina, Justa Rejala, Nicanora Aguirre, Elizarda Maldonado, Leonora Chaparro, Rafaela González, Asunción Ayala, Antonia Ocampos, Josefa Recalde, Dolores Benítez, Angela Giménez, Francisca Aramburú y Luisa Antúnez. Total 45.

         Parroquia de San Roque: Juana López, Serapia Bogado, Isidora Rivas, Inocencia Vallovera, Salvadora Caballero, Petrona Castelví, Juana Machaín, Mercedes Tobal, Saturnina Montiel, De los Santos Regis, Simeona Riquelme, Petrona Chamorro, Teresa Sánchez, Eusebia Jaquet, Victoria Riquelme, Encarnación Insfrán, Petrona Miéres, Tránsito Aramburú y Salvadora Caballero. Total 22.

         Paso Pucú, Cerro León, Caacupé y Piribebuy: Francisca Yegros de Yegros, Francisca Ortiz, Ventura Aquino, Teresa Díaz, Manuela Enciso, Cleofa Fernández, Leocadia Cáceres, María Cardozo, Ninfa Ortiz, Rosa Marecos, Cecilia Pavón, Ramona González, María José Delgado, Petrona Servín, Isabel Rodríguez, Estefana Rolón, Dolores Garay, Magdalena Urán, De Jesús Cáceres, María Inés Godoy, Isabel González, Anastasia Sanabria, Trinidad Alcaráz, Jacinta Centurión, Del Pilar Marecos, Toribia Vallejos, Petrona Benítez, Lucía López, Ana Amarilla, Eugenia Quintana, Genoveva Paredes, Felicia Filártiga, Gregoria Guerreño, Rosario Coronel, Josefa Rolón, Dolores Lombardo, Tránsito Ferreira y Dominga Encina. Total 39.

         Además, se citan los nombres de las siguientes, que actuaron también como enfermeras: Francisca Leguizamón, Matilde Morínigo, Ricarda Fernández, Del Carmen Almada, Martina López, Leonarda Benítez, Nicolasa Alvarez, Cándida Verón, Dorotea Martínez, Celestina Arza, Margarita Molinas, Joaquina Benítez, Lucía Fernández, Agustina Martínez, Pascuala Fernández, Ignacia Martínez, Petrona Arellano, Inocencia Ocampo, Rosario Vera, Fermina Espínola, Del Rosario Samaniego, Silveria Penayo, Andrea Rojas, Valentina Beloso, Mercedes Veloso, Pabla Payourin, Rosario Ayala, Bernarda Ayala, Rita Samaniego, Del Pilar Salinas, Rosa Barrios, Dionisia Vargas, Liberata Vargas, Tomasa Giménez, María Careaga, Isabel Coronel, Valentina Ruíz Díaz, Ramona Arellano, Eduvigis Duré, Concepción Chaves, Evarista Gómez, Ramona Coronel, Del Tránsito Gómez, Nicolasa Piris, Luisa Piris, Dionisia Fernández, Antonia Martínez, Felicia Gómez, Isidora Contreras, Juliana Fuentes, y Cecilia Giménez. Total: 52. Pero el total de enfermeras alcanzaba a 202, cuyos nombres se citaron.

         Merece destacarse la actuación de la Enfermera FRANCISCA YEGROS DE YEGROS, que actuaba en el Hospital de Sangre de Piribebuy, que fue incendiado, como dijimos, por orden del bárbaro Conde D' Eu, como represalia por la muerte, en la acción del General Manuel Mena Barreto. Esta abnegada enfermera, pereció dentro del hospital incendiado con los heridos, enfermos y convalecientes. Únicamente se salvó su hijo de siete años de edad, nieto del Prócer Capitán Antonio Tomás Yegros. Igual conducta tuvieron los aliados con el hospital de Caacupé.
         El 19 de enero de 1870, "la decisión brasileña de abandonar la persecución del ejército paraguayo por la ruta del Mbaracayú, para concentrar el esfuerzo militar sobre las zonas del Aquidabán y del Apa, hacia donde se presumía marchaba el Mariscal López, tuvo una derivación inesperada, que agregó un horror más a los muchos que ya martirizaban al pueblo paraguayo en su agonía. Los 700 enfermos y heridos que quedaron en Zanja Jhú, librados a su suerte y a la generosidad del enemigo, sucumbieron todos de inanición, según refiere O'Leary. Alejada la guerra de esa zona inhóspita, nada se supo de ellos, hasta que en 1873 la comisión demarcadora de límites paraguayo-brasileña, descubrió el horrible osario de esos infortunados héroes. No hay noticias de las mujeres que quedaron para asistirlos, por lo cual cabe presumir que también perecieron de hambre".
         De Yaguarón, con destino a Pirayú viajaba en una carreta doña Joaquina Castelví de Ayala, y al costado del camino vio a un hombre lleno de sangre que aún estaba con vida y con el miembro inferior destrozado por balas enemigas. Detuvo la marcha, bajó de la carreta, y al acercarse al herido encontró que era el Teniente Cohetero Hilario Amarilla, su amigo y vecino de la Capital. Lo condujo al Hospital de Cerro León, donde le amputaron la pierna y fue ascendido a Capitán cuando fue dado de alta. En la batalla de Piribebuy, actuó el Capitán Amarilla como Comandante de la Artillería; allí recibió dos lanzazos en el pecho, pero se salvó nuevamente. Siguió con el resto de las tropas hasta llegar a Cerro Corá, con el grado de Sargento Mayor. Sus dignos descendientes son los Amarilla-Fretes.


LAS ENFERMEDADES REINANTES

         Según la versión aliada, la disentería apareció al día siguiente de la batalla de Yataí (Campaña de Uruguayana), en Paso de los Libres, el 17 de agosto de
1865, y ocasionó estragos entre los prisioneros de Yataí y entre los rendidos de Uruguayana. Para combatirla, administraban el siguiente tratamiento: reducción de la dieta, el uso de cocimiento blanco de Sydenhan, bebidas mucilaginosas, lavativas de almidón laudanizado y cataplasma sobre el abdomen en rociado de láudano. Al disminuir los síntomas, se les administraba ipecacuana asociada al opio, cocimiento de simaruba, de ratania o su extracto, el ácido tánico, cáscara de granada y lavativa de almidón con láudano y nitrato de plata cristalizado.
         Otra afección que apareció en el curso de la guerra: Fiebres intermitentes que tenían varios tipos sumamente variables: fiebre anticipante, fiebre retardante, sub-intrante. De esta manera llegaba al tipo de remitente, y aún, podía hacerse continua, perniciosa y mortal. Fiebre cuotidiana con dos días de accesos, y así se denominaba doble terciana, cuartana, y también la doble cuartana. La fiebre intermitente se dividía en regulares, perniciosas y anómalas. Como medicación se suministraba: sulfato de quinina, purgantes, vomitivos, dieta severa durante el acceso, bebidas aciduladas y atemperantes: frías y aún heladas durante el período del calor; durante el frío: infusiones calientes, diaforéticas, bebidas alcohólicas en agua hirviendo, ponches de cognac, de aguardiente, etc.
         El 1 ° de septiembre de 1865 apareció el sarampión en varias Unidades de la División Sur con marcada virulencia, y el 14 de marzo de 1866 apareció la viruela. En cuanto al tratamiento: se prescribió: "Los que habrán de inocularse la vacuna, se debían purgarse para limpiarlos de los humores grasos que puedan agravar el mal, "y después de vacunados mantenerlos a pasto con el cocimiento de cebada, achicoria y gramilla u otros refrigerantes y diluyentes, y diariamente ayudas intestinales de cocimiento de malva blanca con un poco de sal y una cucharada de vinagre".


EL COLERA

         "El 26 de marzo de 1867 aparecieron los primeros casos en el ejército aliado, en Itapirú y Paso de la Patria; el 29 de marzo, en Corrientes, el 7 de abril, en la escuadra imperial, y el 18 de abril, los dos primeros casos en el campo paraguayo, en Paso Gómez". Crisóstomo Centurión, el Ingeniero George Thompson, el Dr. Stewart, el General Francisco I. Resquín, el General Cerqueira, Jourdán, Taunay, Pallejas y José Ignacio Garmendia, todos ellos se referían a repetidas epidemias de viruelas, sarampión, paludismo, diarreas, disentería, cólera y algunos casos de tifus.
         En aquella época, la aparición de la enfermedad se la describía en esta forma: la aparición no era precedida de pródromos en su mayor parte; aparecía en forma dramática con desórdenes de las vías y aparatos digestivos: vómitos, diarreas, unidos a los dolores atroces: estos constituían el carácter principal de la enfermedad en su forma epidémica. La lengua fría, húmeda, pegajosa y azulada. Todos estos síntomas eran acompañados de atroces dolores en la región del epigastrio, dolor que nunca estaba ausente y estaba acompañado de un doloroso calambre. Los calambres de los músculos abdominales eran de una intensidad extrema que no les permitía respirar. Este doloroso calambre le impedía al enfermo acostarse, y entonces tomaba la posición de costado con las rodillas flexionadas y dando la cabeza con ellas, por el mecanismo de la contracción de los músculos. Y esta actitud determinó al paraguayo denominar al cólera con el sugestivo nombre de "Chaí", arrugado: la denominación no pudo ser más expresiva.
         Los enfermos conservaban su lucidez y se daban exacta cuenta que entraba en la muerte sin que la ciencia médica pudiera mitigar en algo, el terrible mal. Los médicos se declaraban impotentes para calmar el dolor y los atroces calambres. La enfermedad mataba entre las 30 o 40 horas de su aparición.
         En la segunda época de su aparición, tuvieron más intensidad los signos y síntomas. En Piribebuy y Caacupé, entre las tropas y la población civil, en el comienzo de la Campaña de las Cordilleras, tuvo su aparición; pero fue de corta duración. Las medidas indicadas por el Dr. Stewart fueron las siguientes: 1º Aislamiento de la Unidad donde aparecieron los casos; 2º Prohibición absoluta de comunicación entre las diversas unidades del ejército, tuvieran o no entre ellas enfermos del cólera; 3º Extremada higiene en todo el Campamento, y la prohibición estricta de dejar basuras o restos de alimentos en cualquier parte del Campamento.
         El Mariscal López comunicó la aparición del cólera al Ministro de Relaciones Exteriores don José Berges, y ordenó al Vicepresidente Francisco Sánchez que tomara en la Asunción las siguientes medidas preventivas: 1º Cuarentena de todos los barcos llegados de Humaitá; 2º Necesidad del aseo de la ciudad y de las casas.
         Se citan entre los muertos por este flagelo: el valiente Coronel Francisco Pereira, Jefe de la Caballería de la Vanguardia; Coronel Francisco González –mangú- Jefe del Batallón Nº 6, fallecido el 29 de mayo de 1867; Natalicio de María Talavera, fallecido el 11 de octubre de 1867, primer poeta paraguayo y cronista de las gestas guerreras, guaireño. Fue enterrado en el Cementerio de Paso Pucú al lado de la tumba del General Elizardo Aquino. El Profesor Dr. Vicente Chase Sosa es su descendiente: era su tío abuelo.
         La hija del Mariscal, Adelina Costanza, habida de Juanita Pesoa, y que residía con su hermano José Félix de siete años, con la madre en Tobatí, donde apareció el cólera; fueron también víctimas; Adelina Costanza, tenía 17 años. Se salvaron entre otros, el Mariscal, el General José María Bruguez, el General Francisco Isidoro Resquín, Benigno López y otros oficiales.
         En la Asunción, en Tacumbú se estableció un hospital de infecciosos. He aquí la historia clínica referente al cólera, de un soldado aliado, el texto dice: "H. C. JUAN ROSALES, soldado de infantería, de nacionalidad argentina, de 23 años de edad, estado soltero, temperamento sanguíneo-nervioso, constitución robusta. Entró al lazareto con todos los síntomas del cólera, tenía vómitos, evacuaciones albinas que al principio habían sido ligeramente biliosas, degenerando más tarde en blanquecinas y acompañadas de los materiales brumosos coleriformes; sufría una sed devoradora, tenía un dolor profundo en el epigastrio, acompañado de hipo, fuertes calambres en las extremidades de los dedos de las manos, el pulso bastante deprimido, pues era casi imperceptible, una frialdad casi general reinaba en todo el cuerpo; las uñas eran lívidas casi negras, los ojos hundidos, las facciones cadavéricas, el cuerpo estaba cubierto de manchas cianóticas; sufría una extremada agitación; la respiración era angustiosa, el aliento y las extremidades frías; una sensación de constricción comprimía la garganta y la voz estaba sumamente apagada, un copiosísimo sudor viscoso bañaba el rostro y el cuerpo del enfermo. Como tratamiento figura: fricciones con escobillas empapadas en una mixtura compuesta de cloroformo, alcohol alcanforado y láudano, cubrieron el cuerpo de sinapismo, infusión de menta con un poco de cognac caliente, lavativas amiláceas laudanizadas".

TETANOS

         En nuestra Sanidad no se habló de tétanos; en cambio, los argentinos afirman que no ha sido tan frecuente como debía esperarse por el clima cálido de este país.

GANGRENA DE HOSPITAL

         Casi no respetaba ni la puntura de una espina. Al presentarse una herida, era casi seguro que no iría a la cicatrización de primera intención. Establecida la supuración, había un 20% de posibilidades, contra el 1%, que se llegaba a mortificación, por la extensión de la gangrena con una rapidez asombrosa. Esta afección denominada en aquella época "gangrena de Hospital", es la gangrena gaseosa. No existía suero anti gangrenoso.

COMISIONES, AYUDAS Y DONACIONES
       
         Se habían formado comisiones de beneficencia y de ayuda a heridos y enfermos, lisiados y mutilados, hijos de combatientes menores, madres y esposas, las que recibían las donaciones de toda índole venidas de toda la República; dentro de las posibilidades fueron atendidos, y al frente de las respectivas directivas se hallaban damas y señoritas de la sociedad asuncena. Las donaciones consistían en el envío de almidón, maíz, porotos, yerba mate, frutas, dulces, etc. A este respecto, decía "El Semanario" del 15 de junio de 1865: "Destaca la patriótica actitud de muchas damas de la sociedad que "por largos meses y días se vienen dedicando a trabajar vestuarios para las tropas y a hilar vendas para los hospitales. Menciona a la señora de Santos e hijas, señora de Balestra e hijas, doña Agustina de Azcona, doña Carlota Decoud de Echeverría, doña Dolores Sion de Pereira, doña Escolástica Barrios de Gill e hijas; la señorita Ana Ortellado y Manuela Sion, hijas de don Andrés Urdapilleta, doña Tomasa de Bedoya de Fernández, señora del Valle Cordal, señora de Ortiz e hijas, señora de Cáceres e hijas, señora de Troya Escalada y Lamas, señoritas Manuela y Carmen Serrano, y Eudosia y Blasia Bedoya".
         "El 16 de febrero de 1865, el Vicepresidente Sánchez, invocando el nombre del Presidente de la República, dirigió una nota a Juan Andrés Gill, Presidente del Tribunal Superior, felicitando a su esposa María Escolástica Barrios de Gill y a sus hijas solteras Emerenciana de la Paz y María Carolina, en nombre del gobierno, "por su patriótica, generosa y penosa visita a los hospitales de Corumbá, adonde habían ido por propia y generosa determinación, a llevar, a su costa, elementos, limosnas y consuelos a los heridos paraguayos". Por idéntico motivo: Elisa Alicia Lynch hizo llegar como recuerdo, a doña María Escolástica y a sus hijas Emerenciana de la Paz y Carolina, un artístico costurerito, con sus piezas de oro".
         Es oportuno y justiciero recordar aquí al Dr. Francisco Morra, abuelo paterno de nuestro distinguido colega, Dr. Miguel Angel Morra. Bien, el Dr. Francisco Morra nació en Cerignola (Italia meridional), el 27 de mayo de 1841. Fueron sus padres, el Dr. Sabino Morra, médico, y doña María Chimenti, ambos de nacionalidad italiana. Sus estudios universitarios los realizó en la Universidad de Nápoles, en la cual obtuvo su título de médico-cirujano el 7 de junio de 1866, a los 25 años. Viajó a la América del Sud, se radicó en la Argentina, y se integró en el Cuerpo Médico, Médico Militar del Ejército Argentino. Hizo la campaña del sur, especialmente en Curupayty, aquí atendió al hijo de Sarmiento, que murió a consecuencia de la herida en la batalla, el 22 de setiembre de 1866. Actuó en Lomas Valentinas, especialmente en Cumbarity, atendiendo a heridos de ambos bandos y refiere el General argentino José Ignacio Garmendia respecto del Dr. Francisco Morra: "Las fuerzas de mi mando tomaron campo en el centro de las dos baterías, donde por mi desgracia existía un hospital con gran número de heridos que estaban hacía algunos días sin curar. En suelo yacían otros muertos: aquello era espantoso, ver a esos infelices casi moribundos, mezclados a los cadáveres, y, sobre todo, a una infeliz joven, de hermosa faz, a la que un casco de granada le había arrasado los dos pechos; vivía aún en una agonía infernal. El Dr. Morra hizo todos los esfuerzos imaginables por salvarla, y no pudo conseguirlo".
         Este noble galeno italiano, que trató de salvar la vida de aquella heroína paraguaya, terminada la guerra se radicó en nuestra capital. Se había casado con una distinguida dama argentina, Carolina Zambonini y fruto de ese matrimonio es el hijo Sabino, quien abrazó la carrera del padre, esto es la medicina. Dejó nobles recuerdos en el corazón de los asuncenos, y el hijo de éste, Miguel Angel, también médico, en la especialidad de pediatría, tiene un vástago que se halla próximo a laurearse también de médico; es decir que hay cinco generaciones de médicos en la familia Morra.
         El Dr. Francisco Morra era amigo del maestro sanjuanino Domingo F. Sarmiento, y cuando éste se refugió en nuestro país en el año 1886, le dio hospedaje en su casa "Villa Caprera", y en 1887 le dispensó sus atenciones profesionales, hasta producirse su fallecimiento en uno de los departamentos de la histórica casona del Dr. Silvio Andreuzzi, en "Cancha Sociedad", en las cercanías del Gran Hotel del Paraguay, casa que está convertida en museo y se denomina la "Casa de Sarmiento".
         El mismo Dr. Morra fue médico del Hospital de Caridad "San Vicente de Paul", hoy Hospital de Clínicas, Médico del Colegio Nacional, del Seminario Conciliar, de la Policía de la Capital, del Manicomio y Asilo Nacional y del Leprocomio "Santa Isabel"; fundador de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, y desempeñó otros innumerables cargos. Sus actividades no solamente fueron las que atañen a la medicina, sino que se dedicó a tareas urbanísticas, en el afán de mejorar la ciudad capital. Para hablar del Dr. Francisco Morra necesitaríamos un capítulo especial o serían el motivo de otra disertación sobre este médico filántropo, hombre emprendedor que mucho hizo por la Asunción en lo que se refiere al adelanto y embellecimiento, lo que se puede condensar en estas frases: la creación de Villa Morra y la primera empresa de tranvías de tracción animal. Es este recuerdo a su ilustre antepasado un pequeño homenaje a mi dilecto amigo Miguel Ángel, con quien, en ya lejanos días he compartido la responsabilidad, como profesionales en el Servicio de Cirugía de Urgencia y Traumatología - Primeros Auxilios.
         Voy a terminar la exposición con una anécdota dolorosa y triste, referente a algo ocurrido en el campo aliado, de la cual fue protagonista el Dr. Francisco  Muñiz, Cirujano Mayor-Coronel, y que se halla inserta en una página dominical de "La Prensa" de Buenos Aires, del 28 de marzo de 1971. Dicha página se debe a la brillante pluma de Osvaldo Loudet.

         "FRANCISCO JAVIER MUÒIZ (1795-1871). Heroísmo y descubrimiento de un médico naturalista: "La intervención de Muñiz en la guerra del Paraguay motivó los elogios de Mitre, de Marcos Paz, de Gelly y Obes y de otros eminentes ciudadanos. Estuvo dos veces en Corrientes, en 1865 y en 1866. En el intervalo organizó hospitales militares en Concordia y en Buenos Aires. La segunda vez fue acompañado por un cuerpo de médicos, farmacéuticos y practicantes que combatieron el cólera que diezmaba la población.
         "La mejor condecoración que podía ostentar Muñiz por su obra heroica y salvadora es el mensaje que le envió Mitre con fecha de octubre de 1868 con dos bultos de vendas y de hilas hechas por su mujer y su hija. Dice así: "Cuando el ejército argentino haga batir medallas en señal de gratitud y en honor de su cuerpo médico que en tan corto número ha sido su providencia en esta campaña, el nombre de usted figurará entre los facultativos que mejor ha servido y para mayor gloria. Como no son muchos esos nombres, todos ellos podrán ser grabados en letras bien claras en el círculo de esa medalla pequeña.
         "La más grande tragedia de su vida la vivió Muñiz en el campo de batalla. Cuando recorría las líneas de fuego oyó los gritos de su hijo horriblemente mutilado que pedía desesperadamente la muerte. El pobre muchacho clama que por piedad lo ultimen de un balazo. No era posible salvarlo y el dolor era peor que la muerte. ¡Cuántas veces había disertado el maestro en su cátedra de Medicina Legal sobre la eutanasia! ¡Cuántas veces había predicado el respeto a la vida humana aún en los casos más extremos! ¡Cuántas veces ante el dolor más desesperado aconsejaba esperar porque la vida no depende únicamente del hombre! ¿Llevaría a cabo la piedad homicida? Sí, estaba condenado a vivir una tragedia griega. Se arrodilla junto a su hijo, le pide el revólver a su ayudante y lo coloca próximo a la mano del desesperado. Luego, monta en su caballo y desaparece. Dios o el Diablo lo conducirían a través de una tempestad de pólvora y de sangre, aunque pidiese, como él hijo, que la muerte lo llevara".



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